H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Tu rostro busco, Señor, tu rostro que he visto en algún momento, aunque no lo recuerde. Te pido que me muestres tu rostro salvador porque eso me basta para tener la paz que necesito en mi vida. Ilumíname para poder convertirme en luz para los demás también.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, Jesús entró a Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”.
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.
Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuando admiramos mucho a alguien y tenemos la oportunidad de conocerlo no nos lo perdemos por nada del mundo, aunque sea una persona que no conocemos. Pero hay algo que nos llama la atención de él o de ella. Estando en Roma nos encontramos con mucha gente que viene a ver al Papa y, de hecho, muchas veces este encuentro o el verlo se convierte en el momento más importante de su viaje a Roma. La forma en la que Dios quiere hablar a las personas es muy variada. Puede ser una palabra, una mirada, un gesto… Dios sabe qué es lo que necesitamos y nos sabe hablar a nuestro nivel.
Para algunos Jesús es solo alguien famoso o un personaje importante en la historia, pero no pasa de este conocimiento en tercera persona; necesitamos pasar a conocerlo uno a uno. Un conocimiento solo de libro no sirve para un cristiano, necesitamos conocer a Cristo en primera persona. Por eso hay que invitar a Cristo a nuestra casa y dejar que nos muestre lo que necesitamos para mejorar en nuestra vida; hay que dejar que nos ilumine los rincones oscuros de nuestra vida, esas cosas que nos da miedo decir o pensar. Cristo nos quiere conocer, pero no nos obliga a dejarlo entrar; quiere que nazca de nosotros mismos el deseo de conocerlo. Aunque al inicio sea solo por curiosidad, hay que dejarlo entrar en nuestra vida. Después del encuentro con Cristo la vida de Zaqueo cambió, seguramente al inicio no pensó que terminaría así. Cristo cambia todo lo que toca, especialmente a las personas.
Cristo pasa de nuevo por nuestra vida y quiere que experimentemos su amor misericordioso, amor transformador que contagia.
«Me gustaría subrayar una segunda acción de Jesús. Además de acordarse, de reconocer a Zaqueo, Él anticipa. Lo vemos en el entrecruzarse de miradas con Zaqueo. Él “trataba de ver quién era Jesús”. Es interesante que Zaqueo no sólo trataba de ver a Jesús, sino de ver quién era Jesús: es decir, de comprender qué tipo de maestro era, cuál era su rasgo distintivo. Y lo descubre no cuando mira a Jesús, sino cuando Jesús lo mira. Porque mientras Zaqueo trata de verlo, Jesús lo ve primero; antes de que Zaqueo hable, Jesús le habla; antes de invitar a Jesús, Jesús viene a su casa. Así es Jesús: el que nos ve primero, el que nos ama primero, el que nos acoge primero. Cuando descubrimos que su amor nos anticipa, que nos llega antes que nada, la vida cambia. Querido hermano, querida hermana, si como Zaqueo buscas un sentido a la vida, pero no lo encuentras, te echas a perder con “sustitutos del amor”, como la riqueza, la carrera, el placer, alguna dependencia, déjate mirar por Jesús. Sólo con Jesús descubrirás que siempre has sido amado y descubrirás la vida. Te sentirás tocado en tu interior por la ternura invencible de Dios, que conmueve y mueve el corazón. Así fue para Zaqueo y para cada uno de nosotros, cuando descubrimos el “primero” de Jesús: Jesús que nos anticipa, que nos mira primero, que nos habla primero, que nos espera primero.»
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de septiembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Preguntaré a Dios cómo quiere entrar en mi vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.