H. Luis Alejandro Huesca Cantú, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, toma mi nada y mi pequeñez. Te la entrego toda a Ti, para que con tu todo y con mi nada pueda ser un instrumento de tu amor para los hombres.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos”.
Al oír esto, los discípulos se quedaron asombrados y exclamaron: “Entonces ¿quién podrá salvarse?” Pero Jesús, mirándolos fijamente, les respondió: “Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible”.
Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo a Jesús: “Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?” Jesús les dijo: “Yo les aseguro que en la vida nueva, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros”.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿2 + 2 = 5? Mmmm…no. Todos estamos seguros que 2 + 2 = 4. ¿Por qué tendríamos que dudar de algo tan simple y tan claro? Pues… parece que las matemáticas de Dios son un poco diversas a las nuestras. Hay un santo que realmente comprendió las matemáticas de Dios. Un santo tan pequeño, pero a la vez tan grande. Se llama san Martín de Porres. Este fraile dominico realmente entendió la lógica del Evangelio: «Muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros». San Martín de Porres se dedicó a ser el último durante toda su vida. Hizo de lo ordinario algo extraordinario. Es más, hizo de lo humano algo divino. Las imágenes nos muestran siempre a san Martín de Porres con una escoba. ¿Acaso alguien puede llegar a ser santo barriendo? Ciertamente barrer no tiene nada de complicado, pero él añadió algo a la ecuación: el amor. Él hacía lo que tenía que hacer con tanto amor que lo humano se transformó en divino y como dice el Evangelio «para los hombres eso es imposible, más para Dios todo es posible». (Mt 19, 26)
Yo te invito también en este momento de oración a descubrir a los santos de «la puerta de al lado». A los santos con los que te cruzas todos los días. A los que se dedican a barrer como san Martín de Porres o a los que simplemente hacen las cosas que no nos damos cuenta. Por ejemplo, ¿alguna vez te has preguntado quién ha rellenado el salero? Porque sin duda alguna la sal no llegó sola al salero. Alguien dedicó un tiempo a poner la sal en el salero. Alguien decidió ser el último para que alguien más fuera el primero…Y tú, ¿estás dispuesto a ser el último también?
«Hoy es la fiesta de aquellos que han alcanzado la meta indicada por este mapa: no sólo los santos del calendario, sino tantos hermanos y hermanas “de la puerta de al lado”, que tal vez hemos encontrado y conocido. Hoy es una fiesta de familia, de tantas personas sencillas, escondidas que en realidad ayudan a Dios a llevar adelante el mundo. ¡Y existen muchos hoy! Son tantos. Gracias a estos hermanos y hermanas desconocidos que ayudan a Dios a llevar adelante el mundo, que viven entre nosotros, saludemos a todos con un fuerte aplauso. Ante todo —dice la primera bienaventuranza— son “los pobres de espíritu”. ¿Qué significa? Que no viven para el éxito, el poder y el dinero; saben que quien acumula tesoros para sí no se enriquece ante Dios. Creen en cambio que el Señor es el tesoro de la vida y el amor al prójimo la única verdadera fuente de ganancia. A veces estamos descontentos por algo que nos falta o preocupados si no somos considerados como quisiéramos; recordemos que no está aquí nuestra felicidad, sino en el Señor y en el amor: sólo con Él, sólo amando se vive como bienaventurado.»
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dar las gracias de corazón y sacarles una sonrisa a las personas que hacen que las cosas estén limpias y ordenadas.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.