San Timoteo y Tito, obispos
H. Vicente Toledo, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, quiero ser parte de tu familia, que pueda llamarte mi hermano, mi padre, mi primo, mi tío. Conoces mi historia personal, todo lo que llevo cargando desde que nací, ayúdame a no dejarme aplastar por las circunstancias y reconocer que Tú eres lo más importante en mi vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron a donde estaba Jesús, su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a Él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”.
Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Quiénes son mi madre, mis hermanos y mis hermanas? Los que están cerca de mí cuando estoy mal y nunca me dejan solo, los que saben ayudarme, aunque no sea fácil, no tienen miedo a decirme las verdades de frente, son los que me apoyan en todo lo que hago y la lista puede seguir, pero ¿por qué tomar como punto central «los que cumplen la voluntad del Padre»? A primera vista las palabras de Jesús son muy fuertes porque parece negar sus lazos carnales y de parentela, pero en este contexto Él quiere hacer referencia a su familia en la fe, reconoce que el mayor bien que les puede ofrecer es ayudarles a llegar al cielo se puede decir que tiene el lema «juntos al cielo».
El alma de un hombre vale mucho por eso no se puede perder. Es lo que está en la cima de todas las cosas que ha creado Dios. Por eso debemos cuidarla y para esto necesitamos reconocer qué nos hace bien espiritualmente. Un momento de oración, escuchar la palabra de Dios para salvar el alma y ganar la vida eterna.
«Nuestra Señora no quiso quitarle ningún título a Jesús; recibió el don de ser su Madre y el deber de acompañarnos como Madre, de ser nuestra Madre. No pidió para sí misma ser cuasi-redentora o una co-redentora: no. El Redentor es uno solo y este título no se duplica. Sólo discípula y madre. Y así, como madre debemos pensar en ella, debemos buscarla, debemos rezarle. Ella es la Madre. En la Iglesia Madre. En la maternidad de la Virgen vemos la maternidad de la Iglesia que recibe a todos, buenos y malos: a todos. Hoy nos hará bien detenernos un poco y pensar en el dolor y las penas de Nuestra Señora. Ella es nuestra Madre. Y cómo los ha llevado, cómo los ha llevado bien, con fuerza, con llanto: no era un llanto falso, era su corazón destruido por el dolor. Nos hará bien detenernos un poco y decirle a Nuestra Señora: “Gracias por haber aceptado ser Madre cuando el Ángel te lo dijo, y gracias por haber aceptado ser Madre cuando Jesús te lo dijo”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de abril de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Leer la Sagrada Escritura en familia, un salmo, el Evangelio.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.