Cristian Gutiérrez, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
“Toma, Señor y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer. Tú me lo diste, a ti, Señor, lo torno. Todo es tuyo. Dispón de mí según tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que eso me basta”.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 8,19-21
En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús su madre y sus parientes, pero no podían llegar hasta donde él estaba porque había mucha gente. Entonces alguien le fue a decir: “Tu madre y tus hermanos están allá afuera y quieren verte”. Pero él respondió: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
No es que hayas rechazado a tu familia, simplemente la acrecentaste. Esto es lo que sucede en este pasaje. Hoy me invitas a ser parte de tu familia, tu madre y tus hermanos, es decir aquellos más cercanos y no de los parientes lejanos. Aquellos que escuchan tu voz y la ponen en práctica.
Escuchar es la primera característica. ¿Cómo escucharte? No debo esperar voces venidas del cielo, o que se abra el sagrario y me hables desde ahí. Tú me hablas de manera sencilla, simple, pero clara. Me hablas a través de mi conciencia, de mis superiores, de mis familiares, de mi párroco, de la Sagrada Escritura, de un buen libro de lectura espiritual. Me hablas por medio de sucesos, de recuerdos, de regalos. Siempre me hablas, sólo debo estar atento para escucharte.
Pero no basta escuchar, es necesario poner en práctica lo escuchado. Es a veces la parte más difícil. Para esto me debe motivar el hecho de que Tú no pides cosas imposibles. Tú nunca me vas a pedir cosas que superen mis capacidades, sin embargo, sí pides cosas exigentes. ¿Qué es lo que me pides hoy? ¿Qué es lo que tengo que poner por obra? ¿Qué es lo quieres de mí, Jesús, aquí y ahora?
Dame la gracia de ser de tus íntimos, de escucharte y poner por acción lo que me pides o lo que me dices. Puedo en esta oración repetir con san Agustín: Dame, Señor, lo que me pides, y pídeme lo que quieras.
«Escuchar y acoger la llamada del Señor no es una cuestión privada o intimista que pueda confundirse con la emoción del momento; es un compromiso concreto, real y total, que afecta a toda nuestra existencia y la pone al servicio de la construcción del Reino de Dios en la tierra. Por eso, la vocación cristiana, radicada en la contemplación del corazón del Padre, lleva al mismo tiempo al compromiso solidario en favor de la liberación de los hermanos, sobre todo de los más pobres. El discípulo de Jesús tiene el corazón abierto a su horizonte sin límites, y su intimidad con el Señor nunca es una fuga de la vida y del mundo, sino que, al contrario, “esencialmente se configura como comunión misionera”».
(Mensaje de S.S. Francisco, 26 de abril de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré estar en silencio un rato durante el día para darle la oportunidad a Jesús de que me hable para llevar a cabo sus planes, no los míos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.