Anderson Dugarte, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Buenos días, Señor Jesús. Gracias por regalarme este momento de especial unión contigo. Permíteme contemplar tu rostro de niño por medio de la fe. Quiero tener tu inocencia y la de todos esos niños que fueron asesinados por Herodes y a los cuales hoy conmemoramos. Hoy quiero que vengas a mi vida y te quedes en mi corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 2, 13-18
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: “Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto”. Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: “Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy conmemoramos a los santos inocentes. Podríamos decir que fueron los primeros mártires cristianos, pues, aunque aún no tenían la capacidad de darse cuenta de lo que pasaba, dieron sus vidas por Cristo.
Es impresionante considerar el ejemplo de José y de María. En todo momento supieron escuchar los designios de Dios y con presteza los cumplieron. “Ve a Belén” y allá va José, “ahora a Egipto” y se van a Egipto, “ahora de regreso a Nazaret.”
Quizá José tendría dudas, o un poco de miedo de ir a Egipto, pues no era lo más cómodo del mundo salir hacia un lugar desconocido cuando su esposa acababa de dar a luz a su hijo, pero puso la fe por encima de sus dudas y miedos y se dispuso a llevar a cabo la voluntad de Dios. Esa es la actitud con la que todos los cristianos debemos vivir.
Muchas veces nos cuesta escuchar la voz de Dios y cuando la escuchamos, nos cuesta aceptarla y aún cuando la aceptamos, se nos hace difícil cumplirla. Por eso es bueno contemplar el ejemplo de José, de María, pues, aunque también ellos experimentaron dificultades, siempre supieron poner aquellos que Dios les pedía por encima de todo lo demás.
Seguramente la fe de José era mucho más grande que un granito de mostaza. Y lo demostró no con palabras, sino con sus obras, abrazando cada mandato de Dios. Esa es la mejor manera de vivir la fe.
Pidamos a José y a María que, así como ellos fueron dóciles a la voluntad de Dios, que también nosotros podamos escucharla, aceptarla y cumplirla.
«Acojamos en el Niño Jesús el amor de Dios y esforcémonos para hacer que nuestro mundo sea más humano, más digno de los niños de hoy y de mañana». (S.S. Francisco, Tuit del 28 de diciembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, recemos un Padrenuestro y un Avemaría, pidiendo a María y José que nos enseñen a cumplir la voluntad de Dios como ellos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.