Iván A. Virgen, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ven, Espíritu Santo, llena mi vida, inunda mi corazón con tu presencia. Mi único temor es alejarme de ti porque contigo no tengo nada qué temer ¡Hasta los demonios se te someten!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 31-37
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de la Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios”. Jesús le intimó: “¡Cierra la boca y sal!”. El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: “¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen”. Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Las noticias llegan rápido. Basta que Jesús haga un nuevo milagro para que su fama continúe extendiéndose por toda la región. Esta vez el milagro es notable, pues no solamente supera enfermedades, sino que ahora tiene un ataque frontal con el enemigo. Los demonios tenían poseído a un hombre que vociferaba fuertemente en la sinagoga. Así también, el poder del mal ha dominado pueblos y naciones, sometiendo a los hombres al miedo y la desesperanza. En efecto, la presencia del mal en el mundo es quizá el argumento clave para hacernos dudar de la existencia de Dios. El demonio, en forma de ídolos materiales e inmateriales, distancia al hombre de su Creador y lo condena a una autorreferencialidad que sólo puede conducir al vacío. Sin embargo, en esta ocasión hay un claro dominio de Cristo que con su poder manda a callar a los demonios. Los demonios necesitan del ruido, del desorden para hacerte olvidar quién eres y cómo eres amado por Dios. Los demonios gritan diciéndote que eres indigno, que no vales, que Dios es indiferente ante ti. Jesús ha venido a callar estos demonios y hacerte ver lo valioso que eres y que vale la pena morir en la cruz por ti. Calla los demonios con el poder de Cristo y recuerda que has sido redimido porque has sido amado por Cristo.
«Debemos siempre velar, velar contra el engaño, contra la seducción del maligno. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Y nosotros podemos hacernos la pregunta: ¿yo vigilo sobre mí? ¿Sobre mi corazón? ¿Sobre mis sentimientos? ¿Sobre mis pensamientos? ¿Custodio el tesoro de la gracia? ¿Custodio la presencia del Espíritu Santo en mí? Si no se custodia, llega otro que es más fuerte y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín». (S.S. Francisco, Homilía del 11 de octubre de 2013).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
No hacer comentarios que puedan herir a las personas que me rodean.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.