Abraham Cortés Ceja, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Concédeme, Señor, la gracia de la experiencia del amor vivo y personal de mi Padre Dios.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda uno solo de estos pequeños”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Qué bello es cuando tenemos la experiencia de escuchar a una persona, que apreciamos, hablar de lo que ama y es fundamento para su vida. Esto lo experimentamos con este Evangelio. En el pasaje de hoy contemplamos cómo Jesús nos habla y trasmite, desde lo más íntimo de su corazón, una característica de su Padre y de nuestro Padre. Para ello usa una imagen: el pastor y la oveja descarriada.
¿Qué verdad desea revelarnos el Señor a nuestro corazón? El amor personal y vivo de su Padre a sus hijos. Amor que es fundamento, sentido y plenitud para nuestra vida. Amor que no pude ser olvidado porque cada día somos llamados a experimentarlo. Amor que nunca dejamos de recibir y conocer.
Este amor del Padre se ha hecho carne. El Hijo de Dios ha venido a este mundo como Pastor que va en busca de la oveja y que guía a su rebaño. El Hijo de Dios se ha hecho hombre para hablar a sus hermanos, los hombres, y revelarnos la verdad y el fundamento de nuestra vida: el amor del Padre.
¿Este amor del Padre está presente en mi corazón? ¿Soy consciente y capaz de descubrirlo en el hoy de mi vida? ¿Mi respuesta es mi amor lleno de gratitud y confianza?
«Tú, hombre, no te atrevías a levantar tu cara hacía el cielo, tú bajabas los ojos hacia la tierra, y de repente has recibido la gracia de Cristo: todos tus pecados han sido perdonados. De siervo malo te has convertido en buen hijo… Eleva, pues, los ojos hacia el Padre que te ha rescatado por medio de su hijo y di: Padre nuestro… Pero no reclames ningún privilegio. No es Padre, de manera especial, más que de Cristo, mientras que a nosotros nos ha creado. Di entonces también por medio de la gracia: Padre nuestro, para merecer ser hijo suyo.» (San Ambrosio, sacr.5,19. Catecismo de la Iglesia Católica, N. 2783; cuarta parte: la oración cristiana)
«Los criterios del protocolo final son los criterios de la cercanía, los criterios de esta cercanía total para tocar, compartir la situación del Pueblo de Dios. Y no olvidemos esto: el buen pastor está siempre cerca de la gente, siempre, como Dios nuestro Padre se acercó a nosotros, en Jesucristo hecho carne».
(Homilía de S.S. Francisco, 30 de octubre de 2017, en santa Marta)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En un rato de oración ante el Santísimo, agradeceré a Dios el inmenso amor que me tiene, y le pediré que me ayude a amarlo como Él espera.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.