Martes santo
H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, que oiga tu voz hoy para que me dé cuenta de cuánto te necesito porque sin ti nada puedo hacer, ayúdame a aprender como consolarte en estos momentos tan difíciles en los que te sientes solo y abandonado que pueda hacerte compañía por más tiempo, que puedas contar conmigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: “Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?”. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿quién es?”. Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.
Jesús le dijo entonces a Judas: “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.
Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.
”Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’ ”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿A dónde vas?”. Jesús le respondió: “A donde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde”. Pedro replico: Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le contestó: “¿Con que darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el mundo están las fuerzas del bien y del mal. Existe un conflicto inacabable que desde un principio se hizo palpable. Esta batalla tiene un lugar privilegiado en el que el diablo quiere ganar a como dé lugar: el corazón humano.
Cuando Jesús siente cerca su hora der ser glorificado en la cruz se despide de sus amigos y les manifiesta lo que pasará después, pero ellos no logran entenderlo. La gran pregunta de la última cena de Jesús es ¿quién lo va a entregar? Porque Él es tan bueno ha hecho tantas obras buenas, pero para el mal no hay ningún momento que perder. En el corazón humano se da la batalla por el hombre que es capaz de hacer las cosas más grandes y buenas para los demás o de lo contrario llegando a quitarle la vida a los inocentes sin razón. Esto es lo que pasó con Judas que, aunque estaba tan cerca de Cristo no se dejó tocar profundamente por el amor de Él y no experimentó que significa estar con Cristo. Por el contrario, fue capaz de traicionar a Cristo como si no fuera nadie para él, como un cualquiera. Nuestro corazón es débil pero no nos debemos dejar vencer por el mal hay que poner todo nuestro esfuerzo en amar a Cristo en nuestro día a día y demostrárselo porque un amor sin obras se queda seco. Es interesante que este pasaje evangélico termine con el anuncio de la negación de Pedro porque da una perspectiva diferente de cómo se llega a negar a Cristo o traicionarlo porque somos débiles y a veces el reconocernos así nos ayuda a acercarnos más a Cristo en quien seremos más fuertes.
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar un avemaría para que pueda mantenerme fiel en mi fe hasta la muerte.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.