H. Iker Trillas, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dentro de muy pocos días celebraremos Pentecostés. Ayúdame a preparar mi corazón para que, cuando venga el Espíritu Santo, pueda recibir sus dones, especialmente el que más necesito para mi santificación.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 16, 12-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que diría lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús habla de que el Espíritu Santo «nos irá guiando»; y también dice que el Espíritu tomará de lo suyo y nos lo «comunicará» a nosotros. ¿Por qué no me siento guiado o por qué no percibo la comunicación del Espíritu?
La comunicación principal se da en la oración. Por eso Jesús oraba tanto. Porque el Padre, ahí, le comunicaba su Voluntad. Y además de recibir la comunicación sobre su Voluntad, recibía la fuerza para llevarla a cabo. Como nos lo enseñó en el huerto de los olivos. Jesús es el primero que quiere estar en comunicación y contacto con el Padre del cual ha recibido todo, por eso sus ganas de orar.
Antes de encarnarse, Jesús vivía en el Padre de una manera, y después de encarnarse vivía en el Padre de otra manera. Y Él para comunicarse con su Padre del cual es inseparable, por amor y por divinidad, oraba. El Padre le seguía guiando y se comunicaba con Él a través de la oración. Cuando estaba solo, cuando subía al monte, cuando se levantaba antes que los demás, cuando se dormía después de los demás, ahí buscaba estar con su Padre. Jesús no habría podido cumplir su misión sin estos momentos a solas con su Padre.
Esto es lo que hacen el Padre, el Hijo y el Espíritu, se comunican, se dan, se buscan, se relacionan, se anuncian, se comparten, se aman. Es esto lo que Dios quiere que hagamos nosotros: Buscarlo, anunciarlo, compartirlo, darlo, relacionarnos con Él, entregarnos a Él. La relación más importante y esencial que Jesús tuvo aquí en la tierra fue con su Padre que estaba en el cielo y al cual no veía con sus ojos físicos, pero sí lo veía con los ojos del alma, con los ojos del Espíritu. Lo mismo quiere para nosotros, que nuestra relación más importante y esencial sea con Dios, al cual no vemos con nuestros ojos porque está en el cielo, pero al cual sí podemos, repito, sí podemos ver con los ojos del alma y del espíritu dentro de nosotros. Esta relación se da en el interior y se desarrolla y crece principalmente en la oración y en el amor. Pero no es rápido el crecimiento, sino que es como el desarrollo y crecimiento de una planta o de un bosque: silencioso, parece que no avanza, lento, pero seguro; necesita, luz, agua y nutrientes para crecer. La oración y el amor alimentan, hidratan y nutren el alma, para que pueda ser guiada y estar en comunión con Dios, que es luz, agua viva y alimento.
«Hoy Jesús nos dice: “no podéis con ello”. ¿Y qué hace frente a nuestra debilidad? No nos quita las cargas, como nos gustaría a nosotros, que siempre estamos buscando soluciones rápidas y superficiales; no, el Señor nos da al Espíritu Santo. Lo necesitamos porque él es el Consolador, el que no nos deja solos bajo las cargas de la vida. Es Él quien transforma nuestra memoria de esclavos en memoria libre, las heridas del pasado en recuerdos de salvación.»
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de junio de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer un rato de oración para escuchar lo que Dios quiere de mí.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.