Daniel Alejandro Arroyo Molina, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hola Señor, aquí estoy. Quiero que este momento sea sólo para nosotros dos. Mis cosas, mis pendientes, las preocupaciones; todo lo pongo en tus manos. Perdón porque a veces olvido que Tú puedes todo y que eres mi Padre. Me enfoco tanto en todo lo demás que a ratos se me olvida. Tú sabes que es lo mejor para mí, aunque no lo vea claro, a veces. Hoy te entrego lo que tengo y renuevo mi confianza. Te entrego también mi corazón que te busca y que a veces no te siente pero que sabe que no lo abandonas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El otro día encontré a Luis. Desde hace algún tiempo tiene dolores constantes en el pecho. Todo mundo sabe que tiene estos dolores a veces. En las reuniones familiares siempre sale el tema. En el trabajo todos sus compañeros saben que tal vez Luis tenga problemas del corazón. Hasta los vecinos saben de esto. Todos le han visto quejándose y sufriendo por estos dolores. Excepto su doctor.
Puede parecer tonto que Luis nunca haya ido a contarle a su doctor en lugar de contarle a todo mundo que le duele el pecho y que sufre del corazón. Pero créeme, pasa. Y pasa muy seguido. A cada rato me encuentro “Luises”, gente que sufre del corazón, que le duele algo, que va sufriendo por la vida. Gente con heridas internas, con preguntas existenciales que duelen. Gente con vacíos y vicios interiores. O simplemente “Luises” que necesitan algo más, un cambio, un “iniciar de nuevo”, un detenerse para encontrar algo o alguien. Y se lo cuentan a todo mundo, incluso a veces sin quererlo. Y lo sabe TikTok, y lo sabe Instagram, y lo sabe Facebook, y lo sabe el algoritmo de YouTube. Pero nunca van con el Médico.
Hoy iniciamos la Cuaresma. Un tiempo que nos ofrece la Iglesia para detenernos un poco y darnos cuenta cuáles “dolorcitos” llevamos en el pecho. Pero más importante para que vayamos al consultorio del Médico. ¿Dónde está el consultorio? Cristo nos lo dice hoy en el Evangelio. No está en las plazas públicas, no está en el ruido de las trompetas de mis buenas obras. No está en mis sacrificios púbicos. No está en todas las normas y responsabilidades que cumplimos para quedar bien. No está ahí. Y no porque todo sea malo. Puede ser muy bueno, tanto así que recibiremos un pago. Pero no recibiremos lo que tú y yo necesitamos. recibiremos un calmante o algo que nos distraiga, pero no la cura. El consultorio está en lo secreto de la oración. En ir y hablar con el Médico. Ir y decirle lo que pasa y mostrarle cada dolor, cada herida para que la pueda sanar con la gracia de la oración y la confesión. Entonces tu Padre que ve en lo secreto te dará lo que busca tu corazón.
Habla más con Él y menos con los algoritmos. Cuéntale y escúchale durante este día y, en esta Cuaresma, seguro te espera.
«En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo». (S.S. Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2021).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy antes de volver a revisar mi celular, voy a dedicar un momento para orar por los que buscan a Dios. Y si encuentro algún “Luis” durante esta semana, le voy a contar dónde está el consultorio del Médico.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.