H. Edgar Maldonado, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Toma, Señor, mi libertad, mi memoria, entendimiento y voluntad. Cuanto tengo y poseo, tómalos, son tuyos; Tú me los diste, a ti los devuelvo. Dame tu amor y gracia, eso me basta.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuidado con los falsos profetas. Se acercan a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?
Todo árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Todo árbol que no produce frutos buenos es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conocerán”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Quiénes son los falsos profetas? Son quienes hablan como el Señor, pero no son Él; son quienes buscan sembrar confusión en nuestros pensamientos, en nuestros deseos, para alejar nuestro corazón del Señor; pero, está escrito, ‘si escuchan hoy la voz del Señor, no endurezcan sus corazones’, y en otro lado está escrito, ‘mis ovejas escuchas mi voz… y me siguen’.
Los falsos profetas son también falsos pastores, su único interés es vaciarnos de la Palabra del Señor. ¿Qué hacen los falsos profetas? Hablan mentiras, transmiten palabras de engaño distorsionando nuestra percepción de la realidad; nos confunden para perdernos. Nosotros creemos en la Palabra verdadera, en la Palabra de Verdad, ‘porque tú palabra, Señor, es luz para mis pasos… ¿cómo podrá un joven mantener pura su vida? Meditando tus palabras’. Ahora bien, ¿qué podemos decir acerca de los frutos? ¿Cuáles son los frutos del ser humano? Nuestros frutos son nuestros pensamientos, palabras, obras y omisiones, ‘pues no es lo de fuera lo que contamina al hombre, sino lo de dentro. Es del corazón de donde proceden toda clase de deseos impuros, envidias, rivalidades, etc…’ Cuidemos el corazón, alimentémoslo con aquel manjar del cielo, con la Palabra de vida. Comencemos a leer las Sagradas Escrituras para luego permitir que la Palabra nos lea.
«Los mandamientos de Dios son lo concreto: es este el ‘criterio’ del cristianismo, no las bellas palabras. Los santos, son los locos de lo concreto, que nos ayudan a caminar por este camino y a discernir las cosas concretas que el Señor quiere, no las fantasías e ilusiones de los falsos profetas, Todo lo que pedimos, lo recibimos de Dios, para que observemos sus mandamientos y hagamos lo que le agrada. El acceso a Dios es, por tanto, abierto, y la llave es precisamente la sugerida por el apóstol: creer en el nombre de su Hijo Jesucristo y amarse los unos a los otros: sólo así podemos pedir lo que queremos, con valentía, con descaro.»
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de enero de 2019, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
¿Conozco las Escrituras? ¿Qué estoy haciendo o qué puedo comenzar a hacer?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.