H. Juan Pablo García Hincapié, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, aquí estoy delante de tu presencia; vengo a agradecerte por la oportunidad de que me das de cambiar mi corazón y de hacer que sea cada día más semejante al Tuyo. Dame la oportunidad de dejar mi condición de pecado para ser capaz de acercarme a Ti con un corazón totalmente libre. Dame la gracia que al mismo tiempo que yo crezca en mi amor por Ti, se vea reflejado a los demás y así pueda acercar al mayor número de personas a tu corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 8, 31-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en Él: “Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Ellos replicaron: “Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices Tú: Serán libres?”.
Jesús les contestó: “Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre”.
Ellos le respondieron: “Nuestro padre es Abraham”. Jesús les dijo: “Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre”. Le respondieron: “Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a Dios”.
Jesús les dijo entonces: “Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque Yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por Él”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muchas veces podemos tener la sensación de libertad. Es una sensación de poder elegir pero, al mismo tiempo, implica la toma de decisión de una cosa, optar por escoger. El Evangelio nos presenta la opción de escoger a Cristo para separarnos del pecado. Jesús interpela a sus oyentes de esta manera. Hace que cada uno de los que le escuchan tengan la posibilidad de darse cuenta que la elección de seguir en su pecado no es la más certera, y que es necesario alejarse de esa vida para iniciar la vida de libertad de los hijos de Dios. Muchas veces sentimos que nos cuesta, que es pesado, que no vale la pena seguir luchando por dejar atrás el hombre viejo por las caídas que experimentamos.
Por esto es necesario pedirle a Jesús poder hacer la firme decisión de no pecar y de alejarse de las ocasiones de pecado. Ayudarnos mutuamente con nuestro ejemplo de santidad de vida nos permitirá salir de nosotros y querer ayudar con nuestro testimonio a los demás. Hoy, Jesús nos promete la verdadera libertad que consiste en morir a nosotros mismos para realmente dejarlo todo en manos de Dios y así poder seguirle. No podemos solos; necesitamos de la gracia y, por eso, es necesario pedirla. Que sea Jesucristo mismo quien abra nuestros corazones para que, dejando con firme resolución al hombre viejo, seamos capaces de poder vivir según Jesucristo y que Él nos rescate con su mano poderosa de nuestro pecado que es pesado, que cuesta y que nos quita la libertad de optar por el bien que nos da la felicidad.
«Vuelve esa palabra tan querida por el Señor que la repetirá muchas veces, y luego en la cena: permanecer. “Permanece en mí”. Permanece en el Señor. No dice: “Estudia bien, aprende bien los argumentos”, esto lo da por sentado. Y va a lo más importante, lo que es más peligroso para la vida, si no se hace: permanecer. “Permaneced en mi palabra”. Y los que permanecen en la palabra de Jesús tienen su propia identidad cristiana. ¿Y cuál es? “Seréis verdaderamente mis discípulos”. La identidad cristiana no es un papel que dice “yo soy cristiano”, una carta de identidad: no. Es el discipulado. Tú, si permaneces en el Señor, en la Palabra del Señor, en la vida del Señor, serás un discípulo. Si no te quedas, serás uno que simpatiza con la doctrina, que sigue a Jesús como un hombre que hace tanta caridad, es muy bueno, que tiene los valores correctos, pero el discipulado es la verdadera identidad del cristiano.»
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de abril de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor dame la oportunidad de creer firmemente y con mucho amor que Tú eres hijo de Dios, que me haces libre y me sacas de mi egoísmo, soberbia y desconfianza. Dame la gracia que, a medida que toco la vida de los demás por medio de una vida santa, sea capaz de asemejar mi corazón al tuyo.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Recordar las veces en que Dios me ha rescatado de mi pecado y agradecérselo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.