Regnum Christi Internacional

Miércoles 25 de diciembre de 2024 – «El feliz misterio más grande de la historia»

misterio

Jorge Alberto Leaños García, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Ante la llegada de la Navidad, quiero ponerme en tu presencia para poder contemplar profundamente este gran misterio. Dame la gracia de ver lo que quieres que vea, escuchar lo que quieras que escuche y entender lo que Tú quieras que escuche.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según Juan 1, 1-18

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron. Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz. Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció. Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios. Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: “A éste me refería cuando dije: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo'”. De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La oscuridad de la noche revela una cueva en donde los rayos de la luna y las estrellas descubren un misterio. Mientras el universo queda pasmado, el cielo se regocija con este nuevo suceso.

Un suave llanto conmueve la creación entera, y atrae hacia sí la atención de todas las generaciones de la humanidad. Quizá las únicas palabras son el melodioso cantar de la madre que no deja de contemplar la maravilla que tiene entre sus brazos. Su mirada, dulce y profunda, reposa sobre los ojos risueños de su recién nacido.

Es la Palabra hecha carne que, sin poder pronunciar palabras, no deja de hablar en el lenguaje del amor. Es un momento para dejar de lado las preguntas, los razonamientos… y permanecer ante una escena, en donde somos espectadores de una señal de esperanza que se convierte en causa de alegría y gozo para el mundo entero.

La madre abraza a su hijo, por detrás el padre permanece admirando, maravillándose, asombrándose… Y yo, ¿dónde permanezco?

«Y luego se tuvieron que enfrentar quizás a lo más difícil: llegar a Belén y experimentar que era una tierra que no los esperaba, una tierra en la que para ellos no había lugar. Y precisamente allí, en esa desafiante realidad, María nos regaló al Emmanuel. El Hijo de Dios tuvo que nacer en un establo porque los suyos no tenían espacio para él. “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”. Y allí…, en medio de la oscuridad de una ciudad, que no tiene ni espacio ni lugar para el forastero que viene de lejos, en medio de la oscuridad de una ciudad en pleno movimiento y que en este caso pareciera que quiere construirse de espaldas a los otros, precisamente allí se enciende la chispa revolucionaria de la ternura de Dios».
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de diciembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy tomaré un pequeño momento para contemplar al Niño Jesús que acaba de nacer y meditar sobre la ternura de Dios en mi vida.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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