Iván A. Virgen, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ven Espírit Santo, descúbreme el Rostro de Dios. Hazme descubrirlo incluso cuando no lo entiendo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo”. Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: “Atiéndela, que viene detrás gritando”. Él les contestó: “Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas: “Señor, socórreme”. Él le contestó: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Pero ella repuso: “Tienes razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”. Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe!; que se cumpla lo que deseas”. En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Personalmente, este es uno de los evangelios que más me cuestan. La verdad es que no entiendo porqué Jesús trató a la mujer de esta manera. Literalmente la llamó “perro”. En un contexto actual se le acusaría de misógino por tratar mal a una mujer, racista o xenófobo porque no quiere atender a alguien que no sea de Israel, etc. Ciertamente, no se puede juzgar ese pasaje con los esquemas culturales actuales, pero sí queda claro que las palabras de Jesús no son precisamente un halago.
Parece que Jesús lleva a la mujer a una situación extrema, hace incluso que se arrodille y le suplique por la sanación de su hija. Es difícil de entender, pero tenemos que partir de una premisa, es más, yo diría que es un axioma, y esto es que Jesús ama a todos infinitamente y por tanto busca lo mejor para cada uno. Basta mirar la cruz, basta recordar las palabras en las que menciona que el Hijo del hombre ha venido para salvar a todos. Por tanto, si algo tenemos seguro es su amor universal e incondicional.
Ahora bien, ¿por qué la presente actitud con esta pobre mujer? Diría que Dios, como buen Padre y pedagogo, sabe probar a las personas para que saquen lo mejor de sí. Hasta la cultura popular lo ha expresado con la frase: “Dios aprieta, pero no ahorca”, en el sentido que, a través de las pruebas, por más duras que sean, Él nos prueba, purifica y, al final, ayuda ofreciendo la mejor opción para resolver el problema. Vemos en el pasaje de hoy que Jesús, efectivamente, cura a la hija y que hace que la mujer haga un acto de fe profundo y verdadero, además de que lo expresa con humor y creatividad.
Si pasas por un momento en el que no entiendes las acciones de Dios, no te preocupes, renueva tu fe en Él e interpélalo. Él te escucha y te ayuda y no deja de sorprenderse por la fe con la que lo sigues.
«Tu fe, mi fe ¿está cansada? ¿Quieres revitalizarla? Busca la mirada de Dios: ponte en adoración, déjate perdonar en la Confesión, párate ante el Crucifijo. En definitiva, déjate amar por Él. Este es el comienzo de la fe: dejarse amar por Él, que es padre». (S.S. Francisco, Ángelus del 10 de octubre de 2021).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer un acto de fe en la providencia de Dios, sobretodo en las cosas que no entiendo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.