H. Luis Felipe Copete Quintero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, en este momento me pongo ante tu presencia y te ruego que por favor mandes tu Santo Espíritu. Manda al santificador para que aumente en mí las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. Fe, para poder creer más ardientemente en Ti; esperanza, para poder esperar y confiar en Ti; y caridad, para poderte amar a Ti directamente y a través del prójimo. Te ruego que, en esta meditación, me ayudes a dejar transformar mi corazón por Ti para que de esta manera yo pueda vivir por Ti, en Ti y para Ti. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: “de donde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros sus hermanas?” Y estaban desconcertados.
Pero Jesús les dijo: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Jesús vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron.» (Jn, 1. 11-12) Este versículo del Evangelio de san Juan se puede aplicar muy bien al Evangelio que estamos meditando el día de hoy. Podemos ver como Jesús vuelve a Nazaret, esta vez acompañado por sus discípulos. Él es ciertamente conocido en su tierra, todos han escuchado que este hombre, el hijo del carpintero, ahora tiene poderes curativos y, además, es sabio. Pero, a pesar que conocen a Jesús, su familia y su poder, lo reciben con cierta incredulidad y es por esto que Jesús no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos y se marchó a predicar a pueblos vecinos.
Nosotros, que en este momento estamos meditando este Evangelio, podemos decir que tenemos cierto conocimiento de Jesús. Sabemos que es el hijo del carpintero san José e hijo de la Santísima Virgen María. Y, además, sabemos que es el Hijo de Dios. Pero esto no nos priva de recibirle en nuestros corazones con cierta incredulidad. Muchas veces pasamos «tanto» tiempo con Jesús, que nos acostumbramos, nos aburrimos y, en algunos casos, lo dejamos de lado queriendo que se vaya a trabajar a corazones vecinos, pero no en el nuestro.
Nunca dejemos que el estar con Jesús y el conocerle pase a ser una costumbre. Pidamos la gracia de maravillarnos siempre ante su presencia y ante los prodigios que ha realizado y que realiza constantemente por amor a nosotros, por amor a ti, por amor a mí. Dejemos que Jesús venga a nuestros corazones y que empiece a obrar milagros, dejando que la verdadera conversión de corazón sea el mayor milagro que Jesús realice en nuestras vidas. No nos acostumbremos a su amor y digámosle, cada uno personalmente: Señor Jesús, ven a mi corazón, transfórmalo. Haz que mi corazón se maraville sólo con estar ante tu presencia, sabiendo que Tú siempre me acompañas y que has venido para ser recibido y poder sanar todas las heridas que me alejan de Ti. No permitas que me acostumbre a tu presencia y mucho menos que llegue la incredulidad a mi corazón. Dame la gracia de acercarme cada vez más a Ti, para amarte más y llevarte a las almas que tanto te necesitan. Amén.
«Hay una actitud que atrae la atención, una actitud humana, pero no de buen espíritu: la indignación. Esta gente de Nazaret comenzó a escuchar a Jesús, les gustaba como hablaba, pero entonces alguien dijo: “Pero, ¿este, en qué universidad ha estudiado? ¡Este es el hijo de María y José, este era carpintero! ¿Qué viene a decirnos?” Y el pueblo se indignó. Entraron en esta indignación. Y esta indignación los lleva a la violencia. Y ese Jesús que admiraban al principio de la predicación es expulsado, para arrojarlo de la montaña.»
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de marzo de 2020 de santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pedir, al inicio de cada oración, por el aumento de las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.