H. Pablo R. de la Gala, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¡Ven, Espíritu Santo! Te abro la puerta de mi corazón, te entrego todas mis preocupaciones y pendientes. Ayúdame a encontrarme con mi mejor amigo: Jesús. Padre, gracias por este tiempo de encuentro contigo. A mí solo me basta estar contigo. Me gustaría tener una gran revelación y resolver muchos problemas, pero te entrego todos esos deseos que al final son deseo de ti. Solo Tú me bastas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: “Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar”. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dios desea que seamos personas plenas, llenas de vida, felices. Él sabe que nos confundimos muchas veces buscando la felicidad y que a veces buscamos en lugares que incluso nos dejan con más sed de plenitud. Por eso Dios nos ha dejado muy claro el camino de una vida plena: Jesús.
Él nos dijo: «Yo soy el camino la verdad y la vida», para que nos quede muy claro que Él es todo nuestro anhelo. Él es nuestra vida. Él es la verdad que nuestro corazón tanto busca. Él es el camino. Seguirle, o sea, ser su discípulo es la clave de una vida feliz.
Nunca olvidemos que ser discípulo de Jesús significa estar a su lado, cerca de Él, escuchándole todos los días, mirándole, dejándonos mirar por Él que tanto nos ama, contándole todo lo que está en nuestro corazón. Ser discípulo de Cristo es vivir en relación con Él. Él es la perla por la que confiadamente podemos venderlo todo cómo el comerciante en la parábola (cf. Mt 13, 45-46).
Es a partir de nuestra relación con Él que realmente podemos llevar nuestras cruces con amor y usar todos nuestros bienes materiales y espirituales para servir a los demás.
Él es la perla por la que confiadamente podemos venderlo todo y darlo a Dios y a nuestro prójimo.
«El impulso dinámico del pastor que sale, que va a buscar a la oveja que falta, a la que se ha perdido. Sin embargo, este celoso pastor podía hacer las cuentas de un buen comerciante: tenía 99, por eso incluso perdiendo una, el balance entre ganancias y pérdidas era siempre de abundante activo. En cambio, él tiene corazón de pastor, sale a buscarla hasta que la encuentra y ahí hace fiesta, está alegre. Del mismo modo, nace así la alegría de salir para buscar a los hermanos y hermanas que están alejados: esta es la alegría de la Iglesia. Es precisamente entonces que la Iglesia se convierte en madre, llega a ser fecunda. Por el contrario, cuando la Iglesia no hace esto, entonces se frena a sí misma, se cierra en sí misma, aunque quizá está bien organizada. Y de este modo se convierte en una Iglesia desalentada, ansiosa, triste, una Iglesia que tiene más de solterona que de madre; y esta Iglesia no funciona, es una Iglesia de museo». (S.S. Francisco, Homilía, 9 de diciembre de 2014).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Si te ayuda ve o escucha el documental de la Hermana Clare “Todo o nada”.
Recuerda que el fruto de la oración no es un producto que tú vas a hacer con algún propósito. El fruto de la oración es lo que el Espíritu Santo ha obrado en tu corazón y si hay algún propósito que puede ayudarte a acoger lo que Él ha obrado en ti.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.