Javier Castellanos, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¡Señor Jesús, enséñame a orar! Ayúdame a dirigirme al Padre como Tú. Forma en mi corazón el espíritu de hijo. En esta oración te pido que venga tu Reino en mi vida, para que todas mis acciones tengan como objetivo la gloria de Dios y el bien de mi prójimo. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-4
Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”. Entonces Jesús les dijo: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cuántas veces hemos rezado el Padrenuestro? Es una oración muy breve y sencilla; sin embargo, tiene una enorme importancia en nuestra fe: ¡Cristo mismo nos la enseñó! Además, en ella se encierran las dos actitudes fundamentales de la oración cristiana.
La primera actitud es de amor y reverencia a Dios, nuestro Padre. Las primeras peticiones son, por así decir, para beneficio de Dios. Cristo nos enseñó con sus palabras que lo más importante en nuestras vidas debe ser la gloria de Dios y su Reino. Cada vez que decimos “santificado sea tu nombre”, “venga tu Reino”, ponemos a Dios Padre por encima de nuestros propios intereses. Igual que Cristo, el cual no lo decía sólo de palabras: su vida entera fue un ponerse en segundo lugar, buscando ante todo la voluntad de su Padre.
La segunda actitud ordena en Dios nuestras necesidades y deseos. Como humanos, estamos necesitados de pan, de fuerza y de protección. Pero Cristo y el cristiano saben que todo esto viene, ante todo, de Dios y que no somos autosuficientes. En otras palabras, cada día hay mil cosas que llaman nuestra atención, trabajo que hacer, responsabilidades que cumplir, problemas que arreglar. Pero tenemos un Padre que se interesa de estas cosas aún más que nosotros, y quiere darnos todo lo necesario, si lo pedimos y estamos abiertos a recibirlo.
¡Cuánto ayuda rezar el Padrenuestro! Y hacerlo con el vivo deseo de unirnos al Padre en el cielo y ser cada día mejores hijos.
«Al apelativo “Padre” Jesús asocia dos peticiones: “sea santificado tu nombre, venga a nosotros tu reino”. La oración de Jesús, y por lo tanto la oración cristiana, es antes que nada un dejar sitio a Dios, permitiendo que manifieste su santidad en nosotros y dejando avanzar su reino, a partir de la posibilidad de ejercer su señorío de amor en nuestra vida. Otras tres súplicas completan esta oración que Jesús nos enseña, el “Padre Nuestro”. Son tres peticiones que expresan nuestras necesidades fundamentales: el pan, el perdón y la ayuda ante las tentaciones».
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de julio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Terminaré el trabajo de hoy rezando un Padrenuestro con atención, ofreciendo los esfuerzos del día a Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.