Adrián Olvera, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, Tú sabes lo que necesito; todo que llevo dentro y por ello…, confío.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 15, 29-37
En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino”. Los discípulos le preguntaron: “¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre?”. Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?”. Ellos contestaron: “Siete, y unos cuantos pescados”. Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Se puede andar por el mundo pensando que sólo cuando pienso en Dios Él piensa en mí; que sólo cuando le hablo Él me escucha; que sólo cuando me acerco Él abre sus brazos, en fin…, se puede andar por el mundo pensado que el de la iniciativa soy yo.
Jesús observa, se preocupa; se adelanta y se compadece, como nos narra el Evangelio de hoy. No le es indiferente el malestar de las personas que le rodean; no le es indiferente el cansancio que padecen, el hambre que sienten y, por lo tanto, actúa. Él piensa en mí, me escucha, se acerca, pues para Él no soy indiferente.
Mis necesidades, enfermedades, preocupaciones las hace suyas y es ahí donde da una respuesta, que puede salir de un lugar que nadie esperaba; respuesta que se puede evidenciar mediante la curación de una enfermedad; respuesta que simplemente puede ser dada en la fe de saber que Él está conmigo…, que Dios se compadece; que en realidad mi vida, mis alegrías, mis sufrimientos, mis necesidades, no le son indiferentes.
«En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó. Dios nos amó primero; él nos ha dado la vida por amor, ha dado la vida y a su Hijo por amor. Por eso cuando encontramos a Dios, siempre hay una sorpresa: es él quien nos espera primero: es él quien nos encuentra. Esa gente lo seguía para escucharlo, porque hablaba como uno que tiene autoridad, no como los escribas. Pero él miraba a esa gente e iba más allá. Precisamente porque amaba, dice el Evangelio, se compadeció de ellos, que no es lo mismo que tener pena».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de enero de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pediré la gracia de una experiencia personal del amor de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.