H. Alexis Montiel, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús mío, tu corazón es lo único que pido; dame fuerza y confianza para seguirte a donde sea.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla del lago”. Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas.
De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”. Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “¡Cállate, enmudece!”. Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?”. Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: “¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Siempre que voy por la calle me preguntan alguna cosa de la religión; pudiese responder que hay una sola religión o que las verdades de la religión son superiores o que hay un más allá que llamamos cielo en el que va la gente buena… pero si todo esto es verdad, no sirve de nada si consideramos a Dios como un simple juez o un relojero que no vuelve a meter la mano en nosotros, como decían algunos escritores.
Jesús es alguien, alguien que nos acompaña, alguien que nos protege, es el que da sentido a todas las cosas que hemos citado y, como es alguien, tenemos que llamarlo. Los apóstoles nos enseñan que no hay que tener miedo en preguntar y pedir las cosas, pedirle ayuda; si bien la ayuda que pedían los apóstoles era humana, Jesús nos ofrece una ayuda sobrenatural.
Hoy hemos dejado de pedir esa ayuda humana, pedimos cosas sobrenaturales, o que no son necesarias, pero no pedimos lo que realmente nos debería de importar, como un corazón capaz de perdonar o un poco de compañía; no pedimos con la confianza del amigo, no pedimos con la seguridad del niño que recibirá las cosas de su padre. Pidamos al Señor.
«Y mientras esperamos que el Señor venga y calme la tormenta, con nuestro silencioso testimonio en oración, nos damos a nosotros mismos y a los demás, razón de nuestra esperanza. Esto nos ayudará a vivir en la santa tensión entre la memoria de las promesas, la realidad del ensañamiento presente en la cruz y la esperanza de la resurrección.»
(Homilía de S.S. Francisco, 14 de abril de 2019)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Iré con alguien que le cueste perdonar e invitarle a pedir la gracia del perdón a Dios. O pediré la gracia de no separarme del amor de Dios y, también, para algún amigo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.