Héctor Cortés Reyes, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús vengo hoy delante de ti porque quiero estar contigo, anhelo conocerte un poco más y adentrarme en el misterio de tu amor. Señor, Tú sabes cuanto necesito de tu gracia, ayúdame en mis luchas cotidianas, y no permitas que me aleje de ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 1, 16-18.21-24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados”. Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Soñar es algo normal para todos nosotros. Todos, al irnos a dormir, solemos tener sueños, aunque no siempre seamos conscientes de ellos. De hecho, muchas veces, sólo recordamos el sueño que hemos tenido los últimos segundos antes de despertar.
En este Evangelio, también José tiene un sueño, pero, aunque el sueño sea algo normal, lo que se manifiesta a través de ese sueño, no lo es. En ese sentido, Dios habla a José a través de algo totalmente normal, como lo es soñar, no en una visión mística, sino a través de un simple sueño. Pero eso no es todo, Dios habla, pero José sabe discernir, sabe escuchar la voz de Dios que habla a través del sueño, a través de la normalidad.
En nuestro caso, muchas veces sentimos que Dios no nos habla, y que pasamos el tiempo de nuestra oración simplemente hablando a la nada. Pero Dios sí que nos habla. Nos habla a partir de elementos totalmente cotidianos; lo importante es saber discernir la voz de Dios en los eventos cotidianos de nuestra vida.
«Interviene en el discernimiento de José la voz de Dios que, a través de un sueño, le desvela un significado más grande de su misma justicia. ¡Y qué importante es para cada uno de nosotros cultivar una vida justa y al mismo tiempo sentirnos siempre necesitados de la ayuda de Dios! Para poder ampliar nuestros horizontes y considerar las circunstancias de la vida desde un punto de vista diferente, más amplio». (S.S. Francisco, 1 de diciembre de 2021).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy examinaré mi vida cotidiana, para ver los acontecimientos, a través de los cuales, Dios puede estar hablándome.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.