Daniel Arroyo, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Aquí estoy Señor. Quiero estar este tiempo contigo. Mira este corazón que te busca. Tú conoces todo lo que llevo dentro. Conoces mis pensamientos, mis emociones, mis necesidades, mis heridas. Tú conoces esta sed del alma que se manifiesta en ilusiones, en proyectos, en nostalgias. Todo lo pongo en tus manos. Todo. Ilumíname para verme como Tú me ves. Hazme dócil a tu voz. Creo Señor, pero ayuda mi fe.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 7, 40-53
En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: “Éste es de verdad el profeta”. Otros decían: “Éste es el Mesías”. Pero otros decían: “¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?”. Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: “¿Por qué no lo habéis traído?”. Los guardias respondieron: “Jamás ha hablado nadie como ese hombre”. Los fariseos les replicaron: “¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos”. Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: “¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?”. Ellos le replicaron: “¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas”. Y se volvieron cada uno a su casa.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Todos tenemos un corazón con sed, un corazón que necesita, un corazón que le falta… algo. Tú y yo vamos por la vida buscando. Buscamos cosas buenas. Buscamos salud, familia, amigos, estabilidad, apoyo… y de alguna manera lo encontramos. Pero la sed del corazón no se apaga ahí. Siempre que encontramos algo bueno o que parece bueno, queremos más y más. Más relaciones, más descanso, más dinero, más estabilidad, más y más y más…, es ahí que descubrimos que no fuimos hechos para las cosas. San Agustín lo decía: “Nos hiciste para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Así es el hombre y las personas de hace dos mil años no eran diferentes en este sentido.
El Evangelio nos muestra a estas personas que, como nosotros, buscaban “algo más” y lo encontraron en Cristo. Comenzaba a llenarse ese espacio en el corazón. “Jamás ha hablado nadie como ese hombre” decían los guardias. Pero no eran solo un discurso bonito. Era algo más grande y ni siquiera ellos podían expresarlo bien. No sólo era su forma de hablar. Era su forma de escuchar, de perdonar, de sanar, de reprender, de amar.
Estos hombres se encontraron con Cristo. Con el Cristo real. No con una idea o una novela motivacional. Se encontraron con Cristo-Dios. Tú y yo de alguna manera también nos hemos encontrado con ese mismo Cristo o queremos encontrarnos con Él. La Buena Nueva es que Él está aquí. Te escucha, te ve, habita en ti cuando después de una buena confesión lo recibes en la comunión.
Es verdad, pero como cualquier relación verdadera, es personal. El Evangelio termina diciendo: “Y se volvieron cada uno a su casa.” Cada uno elige abrirle las puertas a este Cristo. Tú también hoy puedes simplemente volver a tu casa, a tu vida ordinaria. Puedes “hacer tu oración” y volver a cerrar la puerta de tu alma. Pero también puedes dejar las puertas abiertas y dejar que Cristo entre en tu vida.
¿Cuál es la sed de tu alma? Pregúntale al Señor: ¿Hoy cómo te abro más las puertas?
«Todos los que tienen fe en Jesucristo están llamados a vivir en el Espíritu Santo, que libera de la Ley y al mismo tiempo la lleva a cumplimiento según el mandamiento del amor. Esto es muy importante, la Ley nos lleva a Jesús. Pero alguno de vosotros puede decirme: “Pero, padre, una cosa: ¿esto quiere decir que si yo rezo el Credo no tengo que cumplir los Mandamientos? No, los Mandamientos tienen actualidad en el sentido de que son los “pedagogos” que te llevan al encuentro con Jesús. Pero si tú dejas de lado el encuentro con Jesús y quieres volver para dar más importancia a los Mandamientos, eso no va bien. Y precisamente este era el problema de estos misioneros fundamentalistas que se mezclaron entre los gálatas para desorientarles. Que el Señor nos ayude a caminar sobre el camino de los Mandamientos, pero mirando al amor a Cristo hacia el encuentro con Cristo, sabiendo que el encuentro con Jesús es más importante que todos los Mandamientos». (S.S. Francisco, Catequesis del 11 de agosto de 2021).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Antes de abrir las redes sociales haré una pequeña oración por todas las personas que tengo agregadas en mi perfil, pidiendo la gracia de que se encuentren con Jesús.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.