Regnum Christi Internacional

Sábado 2 de octubre de 2021 – «Un corazón pequeño»

pequeño

H. Juan Pablo Espino, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor aquí me tienes delante de ti. Quiero que este momento sea solo para nosotros dos. Pongo todas mis preocupaciones en tus manos. Espíritu Santo, ilumíname y enséname a escucharte. Creo que estás aquí y que quieres hablarme. Ayuda mi fe para creer con más firmeza. Confío en que Tú quieres siempre lo mejor para mí, pero ayúdame a abandonarme con más docilidad a tu voluntad. Sé que te importo y me amas, pero ayuda a este pobre corazón a experimentar más profundamente este amor que me tienes.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 17-24

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. Él les contestó: “Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”.

En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar”. Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Gracias, Señor, porque escuchar estas palabras me reconfortan. Yo soy pequeño, soy pobre. Soy pequeño en mi fe y en mi confianza. Me preocupan muchas cosas y me quitan la paz constantemente. Me conforta el saber que no solo puedo ser pequeño y pobre, sino que esta pequeñez es la que me une a ti. Gracias, Padre, porque soy pequeño.

La verdad es que no siempre me gusta sentirme pequeño, impotente. No me gusta saber que no puedo hacerlo todo yo. No me gusta cuando experimento mis limites en mis compromisos, en mis relaciones, en mi trabajo. Tampoco me gusta cuando experimento la pequeñez de los que me rodean. Esos límites que a veces me molestan o hieren.

Hay momento en los que quisiera que todas esas pequeñeces no estuvieran. Quisiera cambiar y solucionar todas mis limitaciones y cambiar la de quienes amo. Quisiera siempre triunfar, no fallar ni que me fallaran. Guíame para que en esos momentos recuerde que mi alegría eres Tú. No sé cómo amar las pequeñeces.

Madre, pídele al Señor que me ayude a transforma mi corazón para que sea como el tuyo, para ver siempre la pequeñez en mí y en mis hermanos como eso que nos lleva a Dios. Transforma mi corazón no para que no sufra sino para amar como tú amas. Enséname a amar en las pequeñeces.

«Cien años después del fin de la Primera Guerra Mundial, y con el recuerdo de los jóvenes caídos durante aquellos combates y las poblaciones civiles devastadas, conocemos mejor que nunca la terrible enseñanza de las guerras fratricidas, es decir que la paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo. Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad. Es la razón por la que reafirmamos que el incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las armas son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia. El terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz. No son aceptables los discursos políticos que tienden a culpabilizar a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza. En cambio, cabe subrayar que la paz se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas». (S.S. Francisco, Mensaje para la LII Jornada Mundial de la Paz).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Cuando vea una pequeñez en mí o en los que me rodean, en lugar de enojarme o perder la paciencia voy a decir: “Jesús manso y humilde de corazón haz mi corazón semejante al tuyo”, para que aprenda a amar en las pequeñeces.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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