En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hazte presente Dios mío en el mar de mi vida. Camina hacia mí que yo te espero y te busco, enséñame a descubrirte sin miedo y confiar en que siempre estás presente, aunque sea de una forma que no siempre comprendo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 16-21
Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo: “Soy yo, no temáis”. Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
San Juan de la Cruz enseña que en la experiencia espiritual hay unas palabras interiores que nos regala Dios de las que podemos estar seguros que no vienen ni de la imaginación, ni de la memoria ni del enemigo que quiere engañar. Esas palabras, dice el Santo, son las que “hacen, lo que dicen”.
Es la experiencia de los discípulos en la barca, están entregados a remar y sortear las dificultades de la inclemencia del tiempo, parece que esta vez la tormenta no les asusta, lo que sí les da miedo es la presencia de Jesús caminando en el agua, ¡otro evangelista dirá que pensaban que era un fantasma! Esta vez les asusta lo sobrenatural, la experiencia de miedo interior y de lo que no tienen control. Los remos, el aire, el agua encrespada las sienten dominadas, pero eso que camina sobre las aguas no.
Sienten miedo, pero en cuanto escuchan a Jesús decir “no teman, soy yo”, se les va el miedo e inmediatamente la barca toca tierra firme.
Así hay experiencias interiores donde Jesús nos dice: “No temas” y todo nuestro interior queda con paz. O escuchamos en el interior “levántate” y experimentamos la fuerza para salir de nuestra comodidad. “Soy yo” y quedamos con la paz de saber que en todo lo que nos está pasando es Dios presente y actuando y nos llenamos de seguridad.
Sí, así hay palabras que hacen lo que dicen y dice San Juan, esas hay que pedirlas. Así lo hacemos al final de la Misa cuando rezamos juntos “Una sola palabra tuya, bastará para sanarme”.
Señor, en medio de los trabajos de mi vida, en medio de esas experiencias que me asustan o me turban, dame una sola Palabra tuya, que se convierta en gracia interior y haciendo en mí lo que dice, yo pueda seguir siendo testigo de tu amor y de tu gracia.
«La barca a merced de la tormenta es la imagen de la Iglesia, que en todas las épocas encuentra vientos contrarios, a veces pruebas muy duras: pensemos en ciertas persecuciones largas y amargas del siglo pasado, y también hoy, en algunas partes. En esas situaciones, puede tener la tentación de pensar que Dios la ha abandonado. Pero en realidad es precisamente en esos momentos que resplandece más el testimonio de la fe, el testimonio del amor, el testimonio de la esperanza. Es la presencia de Cristo resucitado en su Iglesia que dona la gracia del testimonio hasta el martirio, del que brotan nuevos cristianos y frutos de reconciliación y de paz por el mundo entero». (S.S. Francisco, Ángelus del 9 de agosto de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Acercarme a alguna persona que tiene dificultades y ofrecerle mi oración y mi ayuda.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.