Nuestra Señora María Reina
H Edgar Maldonado, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, quiero acercarme a Ti, depositar en tus manos mis angustias y preocupaciones. Dame tu yugo, pues es llevadero y tu carga, ligera.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Para nosotros, cristianos, ¿qué es la vida? Es una peregrinación hacia nuestra verdadera patria, el cielo, anhelando aquel día en que veremos al Señor cara a cara. Vamos a comentar cuál es una de las características específicas de nuestra peregrinación: la vida es un camino de aprendizaje, un discipulado. ¿Qué debemos aprender? Debemos aprender a hacer vida la palabra de Cristo, pues, nuestro guía es sólo Cristo. ¿Qué dice su palabra? Ámense unos a otros como yo los he amado. Que el mayor entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. ¿Por qué el mayor debe ser el servidor y humillarse? Porque nuestra vida, como cristianos, tiene otro aspecto ligado a la peregrinación. Esta peregrinación, este ir en salida, ponerse en marcha hacia un lugar o hacia alguien, tiene su origen en que Dios nos ha llamado a estar con Él, a buscarlo, a pertenecerle. ¿Qué sentido tendría ponerse en camino si no sabemos a dónde nos dirigimos?
Resumiendo, para nosotros, cristianos, ¿qué es la vida? Es una peregrinación como respuesta al llamado de Dios Padre a ser luz del mundo, sal de la tierra; pasar por este mundo haciendo el bien a todos, pues lo que hagamos a uno de los más pequeños, se la hacemos a Él.
«La experiencia de caminar juntos, con el estilo sinodal, como Pueblo de Dios, y esta es la base sólida e indispensable de todo: La escuela del pueblo de Dios donde el que enseña y guía es el único Maestro (cf. Mt 23,10) y donde la dinámica es la de la escucha mutua y del intercambio de dones entre todos. De aquí se puede tomar un nuevo impulso, enriqueciéndose con la fantasía del amor y abriéndose a las solicitudes del Espíritu y de la historia.»
(Discurso de S.S. Francisco, 10 de mayo de 2018)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Quiero confesarte que tiendo a idealizar mi vocación a ser cristiano/a. Constantemente pienso que vivir según el Evangelio se trata de hacer un esfuerzo voluntarista que termina por frustrarme o agotando toda mi energía. Ahora, entiendo que me llamas; vivir a tu lado, según tu Evangelio, no es un deber más, sino una prueba, una confirmación de que te amo.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Le diré a Jesús que me ayude a vivir una vida plenamente cristiana, una vida que manifieste satisfacción y la alegría de creer en Él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.