Regnum Christi Internacional

Sábado 25 de abril de 2020 – Jesús nos envía a predicar el Evangelio

San Marcos, evangelista

H. Méndez Méndez Pablo Alfonso L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Mi Señor y mi Dios, ayúdame a ser ese discípulo misionero que Tú necesitas para predicar tu Evangelio.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura.  El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado.  Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrogarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.

El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios.  Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.

 

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«¡Duc in altum! ¡Caminemos con esperanza! Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo.».

Con este texto tan esperanzador inicia la conclusión de la carta apostólica Novo Millennio Ineunte que escribió el Papa Juan Pablo II al inicio del siglo XXI. Y qué similitud con el Evangelio de hoy que narra el mandato de la evangelización y la ascensión de Cristo. Un paralelo con la tempestad calmada, que puede compararse con la pandemia que vivimos, puede iluminar nuestra meditación. Los apóstoles se aventuraron a navegar en el mar de Cafarnaúm, sin tener la más mínima idea que Cristo les esperaba. Una sorpresa que les ayudaría a crecer en su fe en el Hijo de Dios.

Era oscuro, el mar estaba encrespado y además soplaba un fuerte viento. Miles de personas han fallecido, millones enfermos, la sociedad y las familias aisladas, la situación de atención debida a los enfermos colapsada, la economía en crisis. ¿Quién no se asusta ante una situación de este tipo? Obviamente los apóstoles eran pescadores y, como tales, sabían cómo actuar, pero esa tempestad y el ver a alguien caminando sobre las aguas, fue algo especial ¿Quién está acostumbrado a ver semejante acto? Hoy día sólo en las películas del Hollywood.

Y con razones fundadas podríamos decirle a Cristo, «pero, Jesús, mira cómo está el mundo en la oscuridad y Tú te les presentas de esa manera, no te asustes». Cristo nos quiere enseñar que lo busquemos en medio de las pruebas. Aunque el mar de nuestra vida esté oscuro y encrespado por la pandemia, no hay que temer porque está Él entre nosotros.

Los cristianos también nos aventuramos a mantenernos firmes en la fe y la esperanza confiada en esta situación. También se tambalea nuestra barca y la oscuridad nos asusta. Pero a pesar de la tormenta no hay que temer porque tenemos a Cristo por capitán del barco, Confiemos en Él con la esperanza de que llevaremos el Evangelio a todos los rincones de la tierra. Sólo dejémonos guiar.

«Una cosa que no es mía –Jesús la decía muchas veces–: “No tengan miedo”. Nosotros en mi país tenemos una expresión que no sé cómo la traducirán: “No se arruguen”. No tengan miedo, vayan adelante, tiendan puentes de paz, jueguen en equipo y edifiquen un futuro mejor. Acuérdense que el futuro está en las manos de ustedes. Sueñen el futuro volando, pero no olviden la herencia cultural, sapiencial y religiosa que les dejaron sus mayores. Adelante y con valentía. Hagan el futuro.» (S.S. Francisco, palabras con motivo del lanzamiento de la Plataforma de Scholas, 5 de septiembre de 2014)

 

«La Ascensión del Señor al cielo, mientras inaugura una nueva forma de presencia de Jesús en medio de nosotros, nos pide que tengamos ojos y corazón para encontrarlo, para servirlo y para testimoniarlo a los demás. Se trata de ser hombres y mujeres de la Ascensión, es decir, buscadores de Cristo a lo largo de los caminos de nuestro tiempo, llevando su palabra de salvación hasta los confines de la tierra. En este itinerario encontramos a Cristo mismo en nuestros hermanos, especialmente en los más pobres, en aquellos que sufren en carne propia la dura y mortificante experiencia de las viejas y nuevas pobrezas. Como al inicio Cristo Resucitado envió a sus discípulos con la fuerza del Espíritu Santo, así hoy Él nos envía a todos nosotros, con la misma fuerza, para poner signos concretos y visibles de esperanza. Porque Jesús nos da la esperanza, se fue al cielo y abrió las puertas del cielo y la esperanza de que lleguemos allí.»

(Homilía de S.S. Francisco, 13 de mayo de 2018).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pondré especial atención a los signos de amor de Dios en este día.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

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