Alexis Montiel, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mi vocación, mi misión, mi llamada… todo para ti, Señor, para darte gloria.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 13-16
En aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús está ahí, predicando, hablando de la misericordia del Padre, de las bellezas del mundo, de una cosa maravillosa. Un niño se le acerca insolentemente; ¿por qué vienes a fastidiar?, ¿por qué vienes a fastidiar? Ese niño se voltea, vemos su rostro, somos nosotros… Ese niño que está dentro a salido para decirle al Señor cómo lo hemos tratado mal, con qué descaro lo hemos encerrado de la mirada de los demás, cuántas veces nos hemos visto en la “necesidad” de renunciar a nuestras convicciones de niños por temor a lo que los demás puedan pensar.
Es entonces cuando Jesús me mira, su mirada me lo dice todo, le decepciona que le haya dejado; ese niño se había ilusionado y no dejé que lo manifestara; ese niño se maravillaba de las cosas que veía, se alegraba de cosas tan simples como un dulce, veía la maravilla en un gatito, la lluvia, las aves…
Qué complicado es ser grande, no poder ser un niño, disfrutar sin que nadie me diga que es extraño, raro, reírme de lo que sea, jugar con lo que sea y poder dar una caricia para consolar… Lo peor de todo, es que no le puedo ver con esa misma sensibilidad, mis recuerdos de Él se desvanecen poco a poco, ya no distingo muchas de las cosas que están bien o mal, lo peor es que no le puedo hablar como antes.
Déjame hablarte como antes, Señor, sin miedo a lo que los demás me digan, sin miedo a lo que piensen de mí; solamente déjame abandonarme en tus brazos como un niño en los brazos de su madre.
«El Evangelio nos habla del afecto con el que Jesús acogía a los niños, tomándolos en sus brazos y bendiciéndolos, porque “de los que son como ellos es el reino de los cielos”. Y las palabras más fuertes de Jesús son precisamente para el que escandaliza a los más pequeños: “Más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar”. Por lo tanto, debemos dedicarnos a proteger la dignidad de los niños con ternura pero también con gran determinación, luchando con todas las fuerzas contra esa cultura de descarte que hoy se manifiesta de muchas maneras en detrimento sobre todo de los más débiles y vulnerables, como son precisamente los menores».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Escuchar con atención a los niños que se me acerquen, como Cristo lo haría.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.