Pablo Vidal, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre, yo sé que me amas con un amor incomparable, te pido que me ayudes a responder a ese amor. Jesús, Tú que eres mi Amigo, ayúdame a ver al futuro con más esperanza. Espíritu Santo, llena mi corazón para poder amar a los demás en cada momento de mi día.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy, último día del tiempo ordinario y del año litúrgico, la Iglesia nos propone este Evangelio, muy relacionado con la Solemnidad de Cristo Rey, que nos invita a mirar hacia el futuro. Jesús está hablando a sus discípulos sobre lo que viene, sobre el futuro, y los invita a estar preparados, a mirar hacia adelante.
¿Señor, qué quieres decirme hoy a mí, en mi situación personal, con este Evangelio? Me invitas a ver al futuro, al inicio del Adviento, a prepararme para Navidad, pero sin caer en los agobios de la vida ni en los vicios. Quieres que camine hacia adelante con paz, con la paz de saberme amado por ti, con la paz de saber que tengo un Rey que no es lejano ¡Al contrario! Tú eres mi Rey, pero eres también mi Hermano y Amigo, el mejor Amigo.
Me invitas a estar atento al día en que volverás, pero también a verte esa segunda venida en las situaciones pequeñas de todos los días. Aquel día que «caerá como un lazo» también se cumple en los momentos inesperados cuando alguien necesita de mi ayuda, de un consejo, o tal vez simplemente de una sonrisa. También se cumple en un imprevisto, en una ocasión de vencer mi mal humor, de salir de mí mismo y ayudar a alguien más, de escuchar a alguien que los demás hacen a un lado. Y todo esto, cuando menos me lo espero.
¿Será que eso me pides hoy, Jesús? Estar atento a ti, mi mejor Amigo, también en las pequeñas situaciones, pero sin agobiarme porque Tú estás conmigo, porque «pidiendo fuerza» Tú me la darás. Y ya no seré tanto yo el que actúe, sino serás Tú Cristo, quien viva, trabaje y ore en mí. Serás Tú quien me ayude a mantenerme en pie el día en que me encuentre contigo en el Cielo.
«¡Venga a nosotros tu Reino!. Sembremos esta palabra en medio de nuestros pecados y fracasos. Regalémosla a las personas que están derrotadas y dobladas por la vida, a los que han saboreado más odio que amor, a los que han vivido días inútiles sin haber entendido nunca por qué. Regalémosla a los que han luchado por la justicia, a todos los mártires de la historia, a los que han llegado a la conclusión de que han luchado por nada y de que el mal domina este mundo. Escucharemos entonces la oración del “Padre Nuestro” responder. Repetirá por enésima vez esas palabras de esperanza, las mismas que el Espíritu ha puesto como sello de todas las Sagradas Escrituras: “¡Sí, vengo pronto!”: esta es la respuesta del Señor. “Vengo pronto”. Amén. Y la Iglesia del Señor responde: “Ven, Señor Jesús” (cf. Apocalipsis 22, 20). “Venga a nosotros tu Reino” es como decir “Ven, Señor Jesús”. Y Jesús dice: “Vengo pronto”. Y Jesús viene, a su manera, pero todos los días. Tengamos confianza en esto. Y cuando recemos el “Padre Nuestro” digamos siempre: “venga a nosotros tu Reino”, para sentir en el corazón: “Sí, sí, vengo, y vengo pronto”». (S.S. Francisco, Audiencia General, 6 de marzo de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a dedicar un tiempo a pensar qué actitudes o acciones voy a tomar en Adviento para prepararme mejor para la Navidad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.