H. Juan Diego Ballesteros, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, creo que estás aquí, conmigo, en este lugar. Mi fe es débil, auméntala por favor. Jesús, amigo mío, confío en el amor infinito con el que me amas, pero aumenta mi confianza. Te amo, dulce Señor mío, y quiero amarte cada día más y más, por eso aumenta mi amor.
Del santo Evangelio según san Juan 7, 40-53
En aquel tiempo, algunos de los que habían escuchado a Jesús comenzaron a decir: “Éste es verdaderamente el profeta”. Otros afirmaban: “Éste es el Mesías”. Otros, en cambio, decían: “¿Acaso el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá de la familia de David, y de Belén, el pueblo de David?”. Así surgió entre la gente una división por causa de Jesús. Algunos querían apoderarse de Él, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo, que habían sido enviados para apresar a Jesús, volvieron a donde estaban los sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: “¿Por qué no lo han traído?”. Ellos respondieron: “Nadie ha hablado nunca como ese hombre”. Los fariseos les replicaron: “¿Acaso también ustedes se han dejado embaucar por él? ¿Acaso ha creído en él alguno de los jefes o de los fariseos? La chusma ésa, que no entiende la ley, está maldita”.
Nicodemo, aquel que había ido en otro tiempo a ver a Jesús, y que era fariseo, les dijo: “¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin oírlo primero y sin averiguar lo que ha hecho?”. Ellos le replicaron: “¿También tú eres galileo? Estudia las Escrituras y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta”. Y después de esto, cada uno de ellos se fue a su propia casa.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús es la respuesta a las preguntas existenciales del hombre de todos los tiempos; Jesús es el culmen del deseo insaciable de felicidad de la humanidad; Jesús es el centro del cosmos, el fundamento de la vida, el principio y fin de todo cuanto existe; en pocas palabras, Jesús lo es todo para el culmen de la creación que es el hombre, creado a imagen y semejanza del mismo Dios Creador. Es por esto por lo que la persona del Verbo de Dios hecho carne ha causado, a través de los siglos, tanta curiosidad, resumida en una única pregunta fundamental: ¿Quién es Jesús? Muchos han querido dar respuestas a este interrogatorio diciendo ser un profeta, o el Mesías, etc. Otros, en cambio, han dado otro tipo de respuestas como que Jesús fue un impostor, o un simple maestro, o inclusive, algunos han llegado a negar la existencia de este mismo Jesús.
Lo importante no es tanto lo que los otros han dicho de Él, lo importante y prioritario es el tener una firme convicción acerca de quién es este Jesús. ¿Quién es Jesús para mí? El responder a esta pregunta fundamental de la vida humana requiere, no un aprendizaje doctrinal únicamente, sino que, sobre todo y, ante todo, requiere una experiencia personal. Requiere el ir y escuchar su voz, dejarnos asombrar hasta el punto de decir «nadie me ha hablado nunca como Él lo ha hecho».
Esta experiencia es dada por el Santo Espíritu divino a través, principalmente, de la oración, de entrar en tu cuarto, en lo secreto, donde está tu Padre, con Jesús, en el Espíritu Santo, y te escuchan y te quieren hablar de corazón a corazón. Esta experiencia también puede ser a través de aquellas personas que te rodean, puesto que ellas, al igual que tú, son igualmente templos vivos del Espíritu Santo, donde vive la Trinidad Santísima.
Reconoce la grandeza de Jesús en ti mism@ y en los demás y compártelo, como buen apóstol de Cristo Jesús.
«Cada uno de nosotros tiene algo endurecido en el corazón. Hagamos memoria y que sea el Señor quien nos dé un corazón recto y sincero como hemos pedido en la oración colecta, donde habita el Señor. En los corazones duros no puede entrar el Señor; en los corazones ideológicos no puede entrar el Señor. El Señor sólo entra en los corazones que son como su corazón: los corazones compasivos, los corazones que tienen compasión, los corazones abiertos. Que el Señor nos conceda esta gracia.»
(Homilía SS Francisco, 18 de febrero de 2020, en santa Marta)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Dulce Jesús de mi alma y de mi corazón, cuánto me admira el saber que Tú estás realmente presente en mi interior, en mí. El saber que, por esta hermosa realidad, cualquier cosa que alguien me haga te lo está haciendo a Ti mismo, ya sea buena o mala. Igualmente me alegro en sobremanera, Jesús de mi corazón, el saber que estás también en todo aquel cristiano que me rodea durante mi día, puesto que sé que al sonreírle a él te estoy sonriendo a Ti; al saludarle a él te estoy saludando a Ti, al servirle y ayudarle a él te estoy ayudando a Ti. Ayúdame, Señor mío, a saber reconocer con alegría y humildad los talentos de los demás como venidos de Ti mismo, como tus propios talentos, y a saber, compartirlos con todos puesto que, al alabar a mi prójimo, te alabo a Ti.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy diré algo positivo de alguien a otra persona.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.