Regnum Christi Internacional

Sábado 31de julio de 2021 – Por no quedar mal con los demás.

renunciar a la verdad

San Ignacio de Loyola, presbítero

H. Santiago García Huerdo, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno. Todo es tuyo, dispón de ello según tu Voluntad. Dame tu Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en Él fuerzas milagrosas».

Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.

Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».

El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.

Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Seguramente nos ha pasado que, por respeto humano, por salvar nuestro nombre y nuestra reputación, por no quedar mal con lo demás, hemos dejado de predicar a Cristo, de defender la verdad o de señalar injusticias. Y como vemos en el Evangelio, actuar así trae consecuencias.

Recordemos que otros evangelistas nos dicen que Herodes consideraba a Juan el Bautista como un hombre justo y santo. ¿Cómo es posible que dejara que le degollaran entonces? La respuesta es que la vanidad y el orgullo, el quedar bien con los demás, a veces puede más, al parecer.

Si el rey Herodes hubiera tenido un poco de menos orgullo y vanidad, la historia de Juan el Bautista, hubiera sido diferente. Es decir, pensemos en qué hubiera pasado si a Herodes no le hubiera importado quedar mal con sus invitados y, en vez de ello, defendiera la santidad de Juan el Bautista. Seguramente hoy, estaríamos hablando de san Rey Herodes. Pero desafortunadamente no fue así. Por tanto, la invitación que nos hace este Evangelio el día de hoy es a no renunciar a la verdad y a predicar el Evangelio sin miedo a las consecuencias que esto traiga.

 

«Detrás de estos personajes está satanás, sembrador de odio en la mujer, sembrador de vanidad en la muchacha, sembrador de corrupción en el rey. Y el “hombre más grande nacido de mujer” terminó solo, en una celda oscura de la cárcel, por el capricho de una bailarina vanidosa, el odio de una mujer diabólica y la corrupción de un rey indeciso. Es un mártir, que dejó que su vida disminuyese, disminuyese, disminuyese, para dar lugar al Mesías.»

(Homilía de S.S. Francisco, 8 de febrero de 2019, en santa Marta).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pedir perdón a Dios por las veces en las que he sentido que le he negado o que no he defendido la verdad por vergüenza al qué dirán.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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