H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dame tu gracia Señor para que me encuentre contigo en este momento de oración. Que te pueda descubrir en los destellos de tu gracia durante el día para que así tenga la convicción cada vez más profunda de que Tú escuchas mi oración.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La actitud del amor a los enemigos es especial de la Cuaresma. Este periodo nos ayuda a contemplar cómo Dios, que es un Padre bueno, hace salir el sol sobre los buenos y los malos porque, para Él, todos son sus hijos.
En la Cuaresma nos damos cuenta de que, aunque no seamos perfectos, Dios nos sigue amando y nos invita, permanentemente, a la conversión para parecernos más a Él, poco a poco porque no es fácil. Este periodo del año litúrgico nos ayuda a ver que somos pecadores y que nuestros defectos son grandes, pero no hay nada que Dios no pueda perdonar, por lo cual nosotros tampoco debemos tener nada que no podamos perdonar. Cristo nos invita a amar a nuestros enemigos, porque vivir con enemigos no es una vida bonita. Este perdón y amor no es fruto de nuestro propio esfuerzo, sino que siempre necesitamos de la gracia divina.
Jesús nos muestra la invitación a la perfección: cómo el Padre es perfecto amando, así lo podemos hacer nosotros. Esta perfección es algo muy preciado: habla de un alma que ha logrado encontrar cómo vivir según Dios en sus propias circunstancias. La gente desea estar cerca de ella porque irradia una presencia de Dios que es envidiable. Este amor, que tiene su origen en el amor más perfecto y puro, fruto de un arduo trabajo espiritual, sería un gran propósito para este periodo: Aprender a amar como Dios ama.
«No es una opción, es un mandato. No es para todos, sino para los discípulos, que Jesús llama “a los que me escucháis”. Él sabe muy bien que amar a los enemigos va más allá de nuestras posibilidades, pero para esto se hizo hombre: no para dejarnos así como somos, sino para transformarnos en hombres y mujeres capaces de un amor más grande, el de su Padre y el nuestro. Este es el amor que Jesús da a quienes lo “escuchan”. ¡Y entonces se hace posible! Con él, gracias a su amor, a su Espíritu, también podemos amar a quienes no nos aman, incluso a quienes nos hacen daño.»
(Papa Francisco, Ángelus del 24 de febrero de 2019)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Darle una ayuda humana o económica a una persona que vea en necesidad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.