Margarita Martínez, consagrada del Regnum Christi, recuerda con cariño sus primeros años en el Colegio Oxford. «Mi relación con el Regnum Christi comenzó a una edad muy temprana, siendo alumna del Colegio Oxford», comenta. Desde preescolar, Margarita ya formaba parte de esta comunidad, disfrutando de una infancia feliz. Sin embargo, al llegar a la adolescencia, las preguntas existenciales la llevaron a explorar inquietudes vocacionales que ya el Señor había sembrado en su corazón.
Después de un período de discernimiento, su vocación se hizo clara. Al terminar su bachillerato en 1996, Margarita emitió sus votos y se consagró a Dios en el Regnum Christi. «La vocación es un llamado de Dios», afirma. «Él fue quien me llamó a dedicar mi vida en cuerpo y alma a servirle».
Desde entonces, Margarita ha trabajado en diversas obras educativas alrededor del mundo, incluyendo Estados Unidos, España, México, Irlanda y Colombia. Actualmente, se desempeña como subdirectora de la academia Le Châtelard en Suiza, una institución con 32 años de historia bajo el cuidado de Oak International Academies. Esta nueva etapa ha nutrido su perspectiva en el espíritu de servicio, una virtud que puede cambiar vidas e incluso transformar comunidades.
El camino del servicio
Para Margarita, el espíritu de servicio nace de Jesús, quien fue el primero en servir desde su nacimiento. Define el servicio como una donación incondicional que busca hacer crecer a los demás. «En toda mi labor, lo que quiero es que las personas crezcan, que encuentren un desarrollo personal, que quieran salir adelante y que puedan sacar su mejor potencial», explica.
Vivir en la academia le ha permitido recorrer diariamente el camino del servicio, implicando una constante actitud de donación y búsqueda del bienestar de las alumnas y sus familias. La atención personalizada es crucial, tanto para las alumnas como para sus padres y el personal de la academia. Margarita considera que la clave para desempeñar su labor está en la disponibilidad y el compromiso sincero con cada persona. «Al ser una comunidad que está al pendiente de todas, es importante que tengan la confianza de buscarte para guiarlas, aconsejarlas, escucharlas, o simplemente tener una conversación con un café», añade.
La dedicación y la entrega en el servicio
En Le Châtelard, el esfuerzo va más allá de la excelencia académica, enfocándose en fomentar el espíritu de servicio en las alumnas. Actividades sociales como visitas a ancianos y misiones en Lourdes son esenciales para desarrollar esta virtud. Aunque las alumnas tienen la oportunidad de viajar a lugares lejanos, Margarita se conmueve al ver que valoran más las experiencias de servicio en Lourdes, donde encuentran una profunda alegría al ayudar a los demás.
«Lo que más me inspira y me llena de gratitud a Dios es ver la transformación de las alumnas a través de estas experiencias», dice Margarita. «Ellas me enseñan cada día sobre la importancia del servicio desinteresado. Al ver su crecimiento y dedicación, me doy cuenta de que ellas también me ayudan a ser una mejor persona».
Estas actividades no solo enriquecen la vida de las alumnas, sino que también refuerzan la idea de que el ser humano está hecho para donarse. La dimensión social y apostólica de la formación en Le Châtelard es crucial para crear líderes que entienden la importancia del servicio desinteresado. «Aprendo tanto de ellas como ellas de mí, y eso es lo que hace que este camino de servicio sea tan valioso y transformador», concluye.
La gratificación del servicio
Aunque el camino del servicio está lleno de desafíos, como la falta de gratificación inmediata, Margarita recuerda siempre que el verdadero propósito del servicio es el amor a Dios y a los demás. «Es una realidad que a veces no hay gratificación instantánea, pero debemos hacerlo por amor. La semilla Dios la siembra en sus corazones y confío que dará su fruto en el tiempo favorable», reflexiona.
El espíritu de servicio se encuentra en la experiencia diaria de donarse, de mirar las necesidades del otro antes que las propias. En esta entrega desinteresada, Margarita encuentra la verdadera felicidad. «Hay más alegría en dar que en recibir, y el espíritu de servicio no solo transforma a quienes servimos, sino también a nosotros mismos», afirma.
Con gratitud, Margarita concluye: «Doy gracias a Dios por esta misión de vida de dar la vida por los demás y ser testigo de que Dios es el Señor de la vida y de la historia. ¡A Él toda la gloria!».
La presente reseña tiene como base “El camino del servicio: Transformando vidas a través de la dedicación y la entrega”, publicado en el boletín de noticias de Misión Común.
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