Regnum Christi Internacional

«He encontrado un camino para colaborar en la edificación de la Iglesia y crecer en santidad»

Donna Garrett con su esposo, Jeff, durante unas misiones de "Mission Youth" en 2013.

Donna Garrett es miembro del Regnum Christi desde 1999. Está casada desde hace 27 años y tiene 4 hijos adultos y vive en Omaha, Nebraska. Es enfermera pediátrica. Es también miembro del Comité directivo territorial del Regnum Christi de Norteamérica y directora regional del Movimiento de la localidad del Heartland en Estados Unidos, que abarca cuatro estados. En el contexto de las reuniones de planeación estratégica del territorio de Norteamérica, que se tuvieron en Atlanta del 17 al 21 de agosto, ofreció una entrevista que ofrecemos a continuación.

 ¿Por qué es miembro del Regnum Christi y cómo le ha ayudado su pertenencia al Movimiento en su vida personal?

Soy miembro del Movimiento porque Dios quiere esto de mí. Cuando conocí el Movimiento por primera vez, reuní toda la información que pude al respecto, conseguí algunos materiales escritos y luego se lo llevé a mi esposo. Le dije que sentía que Dios me estaba invitando a comprometerme con él a través de este movimiento, pero me parecía importante saber si él me apoyaría en esta decisión. Después de unos días, me dijo que creía que el Regnum Christi estaba bien para mí. Después de unos 3 ó 4 meses, mi marido pudo palpar la alegría en la fe que Dios me había regalado y poco después también se incorporó al Movimiento.

Dios me ha bendecido mucho. Entré en contacto con el Regnum Christi cuando mis hijos eran pequeños. Ellos pertenecieron al ECYD. Hoy tengo 4 jóvenes, dos hombres y dos mujeres, maduros, convencidos de su fe, que están en la universidad. Algunas personas nos dicen que mi esposo y yo somos padres excelentes. Puede ser que hayamos hecho algunas cosas bien con la ayuda de Dios. Pero también hay que decir que nuestros hijos han tenido todos un círculo de amigos sano, y su contacto con los legionarios de Cristo y con las consagradas del Regnum Chisti los ha marcado positivamente. Hemos encontrado en el ECYD un complemento a nuestra labor formativa y una ayuda para transmitir la fe a nuestros hijos.

Durante estas reuniones y también durante el proceso de reflexión de 1º y 2º grado se ha hablado sobre la misión del Regnum Christi y cómo podemos cumplirla mejor en este momento de nuestra historia. ¿Cómo considera Ud. que podemos colaborar mejor en la evangelización?

Yo creo que debemos tener una clara intencionalidad en todo lo que hacemos y al mismo tiempo estar abiertos a las inspiraciones del Espíritu Santo. Intencionalidad porque nuestro carisma nos lleva a formar apóstoles que colaboren en la instauración del Reino de Cristo, pero no de tal manera que le cerremos la puerta al Espíritu Santo que nos lleva a veces por caminos insospechados.

Vivo en una localidad en donde no hay comunidades de legionarios de Cristo ni de consagradas del Movimiento o de laicos consagrados. En toda la región que me toca coordinar, el crecimiento y desarrollo del Movimiento ha sido liderado y realizado por los laicos. Lo hemos hecho a través de las experiencias en grupos pequeños (small groups) en donde se pueden tener experiencias espirituales y establecer relaciones profundas. Estamos convencidos de que el don que hemos recibido como Movimiento, formar y enviar apóstoles del Reino, se realizaría plenamente sólo si encontrábamos personas con quienes pudiéramos compartir nuestro testimonio y experiencia. Por ello, formábamos estos equipos. Y cuando un legionario o una consagrada pasaban por la localidad, teníamos la oportunidad de exponerlos a otra faceta del Movimiento, para que tuvieran una visión más plena, más completa de lo que es el Regnum Christi y de los frutos del carisma vivido y en acción.

Si el trabajo ha sido realizado por los laicos, suponemos que son ellos quienes tienen los cargos directivos del Movimiento en la localidad. ¿Es así?

Nunca hemos podido tener un legionario o un miembro consagrado como coordinador de apostolado o como director de sección de planta. Hemos tenido que hacerlo nosotros solos. Al principio, nombrábamos a algunos laicos para el cargo y luego los formábamos. Pero con el escándalo en torno al fundador, fueron precisamente las personas que tenían alguna responsabilidad las que se vieron más afectadas y muchas de ellas dejaron el Regnum Christi. En mi región, en lugar de buscar a algunos líderes específicos para que asumieran algunos roles en la localidad, más bien veíamos a las personas que estaban participando en el Movimiento, sus talentos, y los animábamos a que colaboraran más de lleno en la misión asumiendo alguna tarea. Pero después de nombrarlos, seguíamos caminando con ellos. Sabemos por experiencia que a veces el crecimiento de una localidad, o de un apostolado, se ve afectado porque la persona encargada quizás no estaba lista para eso. Esto nos ha enseñado que el acompañamiento, que es el principio de persona a persona, tiene que seguir en el tiempo, porque nunca podemos decir que estamos formados del todo.

¿Puede florecer el Movimiento sin las ramas consagradas?

Yo, como laica, estoy 100% convencida de que tengo una vocación al Regnum Christi y que a través del Movimiento he encontrado un camino que Dios ha elegido para mí para que colabore en la edificación de la Iglesia y crezca en santidad. Sin embargo, yo no puedo responder sola a mi llamado en plenitud: necesito del apoyo espiritual de mis hermanos legionarios, de mis hermanas consagradas y del testimonio que ellos pueden darme a mí y a mi gente. Para que el Regnum Christi pueda crecer con solidez, necesitamos una plena participación del resto de la familia espiritual: legionarios, consagrados y consagradas.

Cuando hablamos del florecimiento del Movimiento, me parece importante que no apliquemos una medida estándar a todas las localidades. Más bien, debemos ver qué es lo que las personas que conforman una localidad, una sección, un apostolado pueden dar, naturalmente invitándolas a la generosidad, pero con sumo realismo. También hay que tener en cuenta las diferencias de recursos con los que cuentan: formadores, presencia de legionarios y miembros consagrados, instituciones del Movimiento como colegios, campamentos, etc. El acompañamiento consiste en comprender la realidad de cada persona o localidad y caminar junto con ellos hacia su madurez en Cristo.

¿Cómo viven su inserción en la iglesia local?

En Omaha nunca ha habido una separación entre el Regnum Christi y su servicio en la iglesia local. Yo no tenía una escuela, ni un centro de retiros, ni comunidades legionarias… por lo que el lugar obvio para que mis apóstoles se pusieran al servicio de la iglesia era la parroquia. Tenemos una conciencia de que somos miembros de la parroquia y apóstoles que sirven a la Iglesia ahí y en la diócesis.

Cuando entré al Regnum Christi mi parroquia estaba recién creada, en una zona de Omaha que estaba creciendo rápidamente. Mi párroco no estaba muy entusiasmado con la Legión, pero sí reconocía la necesidad de apóstoles con ganas de servir. Admiraba la tenacidad de los hombres y mujeres del Regnum Christi y, aunque a veces podíamos sentir una cierta tensión, él sabía que si le encargaba algo a un miembro del Movimiento, desde limpiar el templo y arreglar las bancas, hasta organizar la fiesta patronal o participar en el comité de finanzas de la parroquia, el encargo se cumpliría. Después del escándalo del fundador, nos enviaron un nuevo párroco que tenía experiencia con la renovación carismática y apreciaba los movimientos. Entonces, 12 años después de mi incorporación, se empezaron a abrir puertas en las parroquias. También participamos hoy en varios comités diocesanos por invitación de nuestro obispo. Lo que hacemos en todo eso es apoyar los programas diocesanos y aportar la formación y el corazón apostólico de los hombres y mujeres del Regnum Christi.

Esta experiencia eclesial, ¿ha enriquecido de algún modo su propia experiencia del Movimiento?

He descubierto que hay muchas necesidades en la Iglesia en los que los miembros del Regnum Christi pueden servir con sus talentos. No podemos limitarnos a nuestros propios programas, sino cooperar con otros, enriqueciéndolos con nuestro carisma y recibiendo también los dones que los demás aportan a la comunión eclesial.

También hemos aprendido que todos los apostolados, no importa lo pequeños que puedan ser, deben informar de sus actividades a los pastores. Es una práctica común que mandemos un reporte al obispo y al párroco de lo que hacemos, como una expresión concreta de nuestro deseo de ser miembros activos de la Iglesia y vivir el apostolado en comunión.

Uno de los retos que tiene el Movimiento es la formación de líderes. ¿Qué es lo que los laicos necesitan de quienes se están preparando en las casas de formación de los legionarios y miembros consagrados(as)?

Me parece que podemos distinguir un aspecto práctico y otro carismático. Analizando nuestra historia, realmente no nos metimos en grandes problemas mientras teníamos gran confianza en lo que nosotros éramos y hacíamos: formábamos apóstoles… Con los hechos del fundador, dejamos de acompañar a las personas en su camino porque no estábamos seguros de cómo hacerlo, qué ofrecerles. Ahora toca el camino de volver a ofrecer estos elementos renovados por este camino que hemos recorrido y seguimos recorriendo con la Iglesia. Pero, sobre todo, lo mejor que puede ofrecernos un legionario o una consagrada, y eso se lo pueden transmitir sus formadores, es la confianza en nuestra vocación y misión, y la certeza de que hay un lugar en la Iglesia para el don que hemos recibido, para la misión que Dios nos ha confiado.

En segundo lugar, hay que tener siempre en cuenta la gracia de estado que el Señor nos ofrece cuando aceptamos una misión en la Iglesia, sobre todo si nos exige alargar nuestros horizontes… pero también es verdad que este extra que el Señor nos pide debe tener en cuenta nuestra capacidad humana y nuestra naturaleza. No podemos esperar que nadie sea sobrehumano, porque no es posible. Se puede a lo mejor ser «superespiritual», pero sobrehumano no.

Otro punto importante en la formación de líderes es que se le puede confiar a un líder una misión aunque no esté plenamente preparado para ella, pero lo que no se puede hacer es abandonarlo. Él o ella necesita una atención constante y cercana. Creo que por esto hemos fallado algunas veces: dejamos de estar ahí, de acompañar, y supusimos que el Espíritu Santo le daría la gracia y todo saldría bien. Estas personas pueden estar bien unos meses, pero cuando algún problema de ligas mayores llama a la puerta de sus vidas, como le ocurrió alRegnum Cristi y como puede pasar en la vida familiar de cualquier persona, esa soledad que experimentan tiene repercusiones negativas en la vida espiritual. La atención personal es esencial, igual que un discernimiento apropiado.

¿Algo más que quieras añadir?

Todos los miembros del Movimiento debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad ante Dios y ante la familia de custodiar y expresar nuestro carisma y de ayudarnos entre nosotros. Si un legionario viene a trabajar en una localidad de la diáspora, debe esperar que el director local laico hará todo lo que pueda para ayudarle a cumplir su misión. Y también le exigirá que él se preste a la misión. Los legionarios y miembros consagrados también deben esperar, y hasta exigir, que los laicos vivamos con responsabilidad nuestra misión y contribución al Regnum Christi. Dios quiere que cada uno de nosotros respondamos con una entrega generosa a nuestra propia vocación. Esto requiere caridad y claridad, y también mucho sentido de responsabilidad al vivir nuestra misión y nuestro papel dentro de nuestra familia espiritual.

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