Ignacio Uzcanga, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor confiando en lo que tú has dicho: “Tocad y se les abrirá”, yo me atrevo a tocar para recibir tus gracias y escuchar tu voz en mi corazón. ¿Qué quieres de mí Señor? Habla, que tu siervo está dispuesto a escuchar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús: “¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, ¡Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que, en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Tiro y Sidón fueron ciudades reconocidas por estar profundamente abandonadas a sus vicios e inmoralidades, Jesús, al decirle a Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm que estas dos ciudades recibirán un juicio final más llevadero, hace entender que ellas tienen más compromiso porque tuvieron algo que Tiro y Sidón no tuvieron. ¿Qué es esto que ellos (Betsaida, Cafarnaúm y Corozaín) si tenían y los otros no? La respuesta es muy clara: Jesús.
Nosotros, también, tenemos algo que muchas generaciones no tuvieron: Jesús en la Eucaristía y los demás sacramentos. En tiempos de Tiro y Sidón no había Iglesias para ir a alabar a Jesús en la Eucaristía, no había confesión ni los demás sacramentos, pero nosotros sí los tenemos. Esto es una gracia, pero también una responsabilidad. Al que más se le da, más se le pide, sin duda hemos recibido más que Tiro y Sidón.
Como católicos del siglo XXI tenemos una gran responsabilidad de cara a la santidad, por los medios que Jesús nos ha querido dotar, para ayudarnos en nuestra santifación: Su presencia real en los sacramentos., especialmente en la confesión y la Eucaristía.
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor, consciente de lo mucho que me has dado, ayúdame a corresponderte con mi amor y entrega día con día. Gracias por todo lo que me das para ayudarme a la santidad, ayúdame a hacer uso de toda esa gracia que gratuitamente me das, para unirme más a ti y amarte más.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer una visita a Jesús sacramentado, agradeciéndole el don de sí mismo en la Eucaristía.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.