Regnum Christi Internacional

Viernes 13 de agosto de 2021 – El matrimonio.

Toda vocación es un llamado

H. Francisco Posada, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Te pido la gracia de la perseverancia, Señor, porque quiero que me ayudes en mi vocación y que pueda verte en todo lo que realice.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 19, 3-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y, para ponerle una trampa, le preguntaron: “¿Le está permitido al hombre divorciarse de su esposa por cualquier motivo?”.

Jesús les respondió: “¿No han leído que el Creador, desde un principio los hizo hombre y mujer, y dijo: ‘Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, para unirse a su mujer, y serán los dos una sola carne?’ De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.

Pero ellos replicaron: “Entonces ¿por qué ordenó Moisés que el esposo le diera a la mujer un acta de separación, cuando se divorcia de ella?”.

Jesús les contestó: “Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero al principio no fue así. Y yo les declaro que quienquiera que se divorcie de su esposa, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, y se case con otra, comete adulterio; y el que se case con la divorciada, también comete adulterio”.

Entonces le dijeron sus discípulos: “Si ésa es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse”. Pero Jesús les dijo: “No todos comprenden esta enseñanza, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. Pues hay hombres que, desde su nacimiento, son incapaces para el matrimonio; otros ha sido mutilados por los hombres, y hay otros que han renunciado al matrimonio por el Reino de los cielos. Que lo comprenda aquel que pueda comprenderlo”.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Con frecuencia escuchamos de dos grandes llamados en la vida cristiana, consagración y matrimonio. No es que estén en contraposición, sino que son dos caminos para llegar al cielo con sus altos y bajos. En nuestra vida buscamos cuál es el nuestro, cuál es la forma en la que Dios quiere que lleguemos al cielo.

Toda vocación es un llamado a ser madre o padre, sea biológico o espiritual, es parte de lo que significa ser humano. Desde un inicio Dios puso en el corazón del hombre ese deseo de unión de un hombre y una mujer para crear una familia en la que florezca la vida.

El matrimonio es un camino que se va aprendiendo con el tiempo, nadie hace todo a la primera, se va poco a poco. La vida matrimonial no es fácil porque implica vivir al lado de otra persona con sus imperfecciones y errores. Cuando dos personas se enamoran no es que lo hagan de las cosas que hacen mal, sino de lo bueno que tienen; pero este amor debe ser perseverante ya que, si se centra solo en la apariencia exterior o la juventud, cuando estas se acaben querremos cambiar y repetir la misma historia.

Dios en su plan de la creación nos concedió el amor que nos empuja a buscar nuestra media naranja, nos ayuda a mantener una relación en la que buscamos el bien del otro y nos proporciona la gracia de culminar ese amor hasta la muerte delante de Aquel que nos creó. Este Evangelio me hace darle gracias a Dios por mis padres, quienes fueron generosos y empezaron esta gran aventura de sus vidas hace más o menos cuarenta años y gracias a ellos existo y soy lo que soy.

«Jesús es consciente de que no es fácil vivir los mandamientos de una manera tan completa. Por eso nos ofrece la ayuda de su amor: vino al mundo no sólo para cumplir la Ley, sino también para darnos su gracia, para que podamos realizar la voluntad de Dios, amándolo a Él y a nuestros hermanos y hermanas. ¡Todo, todo lo podemos hacer con la gracia de Dios! Así, la santidad no es otra cosa que guardar esta gratitud que Dios nos ha dado, esta gracia. Se trata de confiar y encomendarse a Él, a su Gracia, a esa gratitud que nos ha dado y coger la mano que nos tiende constantemente, para que nuestros esfuerzos y nuestro compromiso necesario puedan ser sostenidos por su ayuda, llena de bondad y misericordia.»

(Angelus de S.S. Francisco, 16 de febrero de 2020).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar por mis padres.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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