Regnum Christi Internacional

Viernes 17 de diciembre de 2021 – «Jesús se hace presente en mi propia historia»

encarna

César A. Hernández Morales, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Ven, Jesús, y hazte presente en este momento específico de mi vida.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 1, 1-17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia. Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús se encarnó en un momento preciso y específico de la historia, con un pasado y una genealogía. Jesús hizo suya toda la historia que le precedía, cumpliendo de igual modo la promesa hecha desde tiempo atrás por Dios a su pueblo.

De la misma manera, Cristo quiere venir y hacerse prensente en mi propia vida, en mi historia. No tiene miedo o vergüenza de los momentos oscuros o difíciles de mi vida. Él quiere de hecho hacerlos suyos para así poder sanarlos, para que así yo los pueda superar.

Cristo se encarna en el hoy de mi vida. Se hace presente en la realidad de mi existencia para acompañarme, para caminar conmigo. Jesús es ese Emmanuel, «Dios con nosotros», que viene para estar a mi lado. Él me quiere acompañar y darme a entender que no estoy solo, que no importa por lo que esté pasando en este momento, Él está conmigo, siempre.

 

«En efecto, para llegar al punto de hoy hubo una larga historia, una larguísima historia que simbólicamente ayer la Iglesia ha querido contarnos en la lectura de la genealogía de Jesús: Dios ha querido salvarnos en la historia. Nuestra salvación, la que Dios quiso para nosotros, no es una salvación ascética, de laboratorio, sino histórica. Y Dios, afirmó el Papa Francisco, hizo un camino en la historia con su pueblo. […] Así, paso a paso se hace la historia: Dios hace la historia, también nosotros hacemos la historia. Y cuando nos equivocamos, Dios corrige la historia y nos lleva adelante, adelante, siempre caminando con nosotros. Por lo demás, si nosotros no tenemos claro esto, jamás entenderemos la Navidad, y jamás entenderemos el misterio de la encarnación del Verbo, jamás. Porque es toda una historia que camina y que ciertamente no termina con la Navidad, porque hoy, todavía, el Señor nos salva en la historia y camina con su pueblo» (S.S. Francisco, Homilía del 18 de diciembre del 2014).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Repetir a lo largo del día la siguiente petición: «Jesús ven a sanarme en el hoy de mi vida».

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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