H. Juan Pablo Espino, LC.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias Señor por este momento que me permites para estar contigo. Tú conoces todas las cosas que llevo ahora en mi corazón y en mi mente. Lo que me preocupa, lo que me alegra, lo que me hace perder la paz. Pongo todo en tus manos especialmente durante este momento que vamos a compartir en la oración. Creo que estás realmente aquí escuchándome. Creo, pero aumenta mi fe. Confió en ti y en tu amor, pero ayúdame a abandonarme más a ti. Te amo Señor, pero sabes que mi corazón es pequeño. Ayúdame amarte más. Te ofrezco este momento por todos mis familiares y amigos y de manera especial te pido por aquellos que me han ofendido o herido.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En una entrevista a Santa Teresa de Calcuta, el entrevistador al ver la situación de los enfermos y el cariño y ternura con que la Madre Teresa los cuidaba, le comentó a la santa: “Yo no haría eso por un millón de dólares” y ella le respondió “Por un millón de dólares tampoco lo haría yo”.
Hoy encontramos en el Evangelio, a algunas mujeres que seguían de Cristo de cerca: “Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, administradora de Herodes; Susana y otras muchas”. Le seguían por ciudades y poblados. Le seguían con las incomodidades de ir acampando de una ciudad a otra, sin la seguridad de una casa, lejos de sus familias, sin un plan fijo ni un itinerario marcado… vivían en una constante incertidumbre.
Al igual que a esas mujeres, igual que a Madre Teresa; Cristo hoy nos invita. Nos invita a acompañarle en adoración, acompañarle en la Eucaristía dominical, a vivir luchando contra nuestro pecado, a ayudar a mi amigo y a mi enemigo, a perdonar de corazón, a tener un poco más de paciencia, a ser honesto en mi trabajo, a ser coherente en mi vida. Al escuchar todo esto, podría surgirnos un comentario como el del entrevistador de Madre Teresa: “Yo no haría eso por un millón de dólares”.
¿Qué era lo que hacía que Madre Teresa se entregara a los más pobres de los pobres con tanto cariño? ¿Por qué la esposa del administrador de un rey dejaría sus comodidades para ir a vivir peregrinando de pueblo en pueblo entre pescadores y pecadores públicos?
La respuesta es Cristo. Esas mujeres encontraron a Cristo. Encontraron una persona. Encontraron a la persona que valía más que un millón de dólares, más que una casa, más que las comodidades de una vida llena de certezas humanas y materiales. Encontraron a Cristo. Encontraron a Aquel que daba sentido a sus vidas y harían todo por no dejarlo ir.
El cristianismo es Cristo. No es solo mandamientos, prohibiciones, advertencias, sermones… el cristianismo es mi relación con Cristo. Todo lo demás son medios que me ayudan a mantener y crecer en esa relación.
La buena noticia es que hoy, aquí, orando, nos podemos encontrar con Cristo. Aquí, ahora podemos conocerle más. Hoy Cristo quiere que le conozcamos.
Hablémosle, escuchémosle.
«Es indudable que debemos hacer mucho más en favor de la mujer, si queremos volver a dar más fuerza a la reciprocidad entre hombres y mujeres. Es necesario, en efecto, que la mujer no sólo sea más escuchada, sino que su voz tenga un peso real, una autoridad reconocida, en la sociedad y en la Iglesia. El modo mismo con el que Jesús consideró a la mujer en un contexto menos favorable que el nuestro, porque en esos tiempos la mujer estaba precisamente en segundo lugar, y Jesús la trató de una forma que da una luz potente, que ilumina una senda que conduce lejos, de la cual hemos recorrido sólo un trocito. No hemos comprendido aún en profundidad cuáles son las cosas que nos puede dar el genio femenino, las cosas que la mujer puede dar a la sociedad y también a nosotros: la mujer sabe ver las cosas con otros ojos que completan el pensamiento de los hombres. Es un camino por recorrer con más creatividad y audacia». (Catequesis de S.S. Francisco, 15 de abril de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ofrecer una década del Rosario por todas las mujeres del mundo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.