H. Luis Alejandro Huesca Cantú, LC.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¡Ven, Señor Jesús, a mi corazón! Creo firmemente que Tú estás aquí presente. Me pongo humildemente en tu presencia porque quiero acompañarte en este momento. No quiero dejarte solo. ¡Ven, Señor Jesús!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Era Semana Santa del 2015. Unos amigos y yo visitamos una cárcel de mujeres. Simplemente queríamos acompañar durante unos días a aquellas mujeres. Ellas, en algún momento de su vida, habían tomado algunas malas decisiones y ahora estaban reparando por esos errores. Cuando llegamos a la prisión, yo pensaba: ¿Cómo miraría Jesús a estas mujeres? ¿Qué les diría a ellas en este momento? ¿Las condenaría frente a todos o les mostraría el camino para salvarse?
No tengo duda de que Jesús las vería con una mirada llena de amor, como lo hizo con María Magdalena. También, como en el Evangelio de hoy, Jesús las invitaría a acompañarlo. Y eso fue lo que hicimos, las invitamos a caminar con Jesús, a servirle en el silencio y en el dolor de la cárcel.
¡Cuánto tenemos que aprender de Jesús! ¡Cuánto tenemos que aprender de aquellas mujeres que van a misa diaria para acompañar a Jesús! ¡Cuánto tenemos que aprender de aquellas mujeres que trabajan todos los días por sacar adelante a sus hijos! ¡Cuánto tenemos que aprender de su sensibilidad espiritual que les permite ver a Dios en las cosas pequeñas!
En este momento de oración, pídele a Jesús que siga transformando tu corazón para que sepa mirar como Él mira, perdonar como Él perdona y comprender como Él comprende.
«Hoy quisiera recordar con ustedes lo que muchas mujeres hacen, incluso en este tiempo de emergencia sanitaria, para cuidar de los demás: mujeres médicas, enfermeras, fuerzas del orden y funcionarias de prisiones, empleadas de tiendas de artículos de primera necesidad…, y muchas madres y hermanas y abuelas que se encuentran encerradas en sus casas con toda la familia, con los niños, los ancianos, los discapacitados. A veces corren el riesgo de ser objeto de violencia, por una convivencia de la que llevan una carga demasiado grande. Recemos por ellas, para que el Señor les dé fuerza y para que nuestras comunidades las apoyen junto con sus familias. Que el Señor nos dé el coraje de las mujeres para avanzar siempre.»
(Regina Caeli de S.S. Francisco, 13 de abril de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy trataré de ver a las personas con las que me encuentre como Jesús las miraría.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.