San José, esposo de la Santísima Virgen María
H. César Adrián Hernández Morales, L.C
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
José, protégeme y acompáñame, como lo hiciste con Jesús y María.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia”. Él les respondió: “¿Por qué me andaban buscando? ¿No saben que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?”. Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
José acompaña a María en la búsqueda de Jesús. De la misma manera él quiere acompañarme en mi búsqueda de Jesús. San José, como protector especial de la Iglesia, acompaña de cerca a cada bautizado en su camino hacia Jesús. José es un compañero especial en mi camino.
José era un hombre «justo». Él buscaba cumplir la voluntad de Dios, aunque no siempre tuvo claro qué era lo que el Señor le pedía. Él descubrió su misión por medio de la oración y el silencio. Descubrió cuál era el plan de Dios para su vida. Por medio del encuentro constante e íntimo con Dios, José pudo cumplir su voluntad y, así, fue instrumento en las manos de Dios para la salvación de los hombres.
El Señor me ha dado una misión, como la dio a José. Y me ha dado, también, los talentos y cualidades para llevar a cabo este plan y ser también instrumento de salvación. El Señor quiere actuar por medio de mí. Él me ha llamado y, por lo mismo, jamás me dejará solo.
«San José, acompáñame en mi camino de encontrar a Cristo y vivir la misión a la que me ha llamado. Acompáñame de modo especial en este año dedicado a ti.»
«La felicidad de José no está en la lógica del auto-sacrificio, sino en el don de sí mismo. Nunca se percibe en este hombre la frustración, sino sólo la confianza. Su silencio persistente no contempla quejas, sino gestos concretos de confianza. El mundo necesita padres, rechaza a los amos, es decir: rechaza a los que quieren usar la posesión del otro para llenar su propio vacío; rehúsa a los que confunden autoridad con autoritarismo, servicio con servilismo, confrontación con opresión, caridad con asistencialismo, fuerza con destrucción. Toda vocación verdadera nace del don de sí mismo, que es la maduración del simple sacrificio.»
(Carta apostólica Patris corde, S.S. Francisco, 2020)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pedir al Señor, por intercesión de san José, que pueda descubrir y hacer su voluntad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.