Alejandro Rondón, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Dios mío, que has querido resucitar por amor a mí, gracias por esta nueva oportunidad para estar contigo. Me pongo en tu presencia para encomendarte mi día y pedirte la gracia que me ayudes a vivir más cercano a ti. Aumenta mi fe para ver tu mano poderosa sobre todos los acontecimientos cotidianos de la vida. Aumenta mi confianza en ti para que no me deje llevar por la desgana, la tristeza o la desesperación, sino que siempre tenga presente que Tú estás siempre conmigo y que voy a estar seguro. Y, por último, aumenta mi amor a ti, un amor donde Tú seas la fuente y también el fin. Ayúdame a amar a las personas que tengo a mi alrededor, como Tú las amarías. Gracias, Dios mío, por esta nueva oportunidad de vida y por este momento privilegiado de oración.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: “Me voy a pescar.” Ellos contestan: “Vamos también nosotros contigo”. Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: “Muchachos, ¿tenéis pescado?”. Ellos contestaron: “No”. Él les dice: “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis”. La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: “Es el Señor”. Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: “Traed de los peces que acabáis de coger”. Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: “Vamos, almorzad”. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Señor Jesús te reconozco como mi Señor y Rey, Tú eres el único y más importante en mi vida. Ayúdame a amarte más y darte a conocer a los demás con mi testimonio de vida, oración y obras buenas, especialmente a aquellos que lo necesitan, justo como nos enseñas en el Evangelio.
Hoy te quiero decir con todo mi corazón que te reconozco como el Dios de mi vida, sé que eres Tú el que está detrás de todo lo que pasa en mi vida. También te agradezco porque eres el que toma la iniciativa de demostrarme tu amor y predilección. Hoy en el Evangelio me demuestras tu amor con un detalle muy sencillo como lo es preparar algo de comida para los discípulos que estaban cansados por el trabajo. ¡Vamos, almorzad! Que se puede traducir también como: te he preparado esto, te quiero, ven a descansar conmigo…
Gracias Dios mío por el amor que me demuestras. Este ejemplo de paternidad o maternidad llena mi alma. Porque un amor que se desvive por la persona amada, y que además va al detalle, es fácil encontrarlo en ti. Y este amor es el que todos buscamos, y cuando lo encontramos, nos sentimos plenamente felices. Y Tú Señor eres este amor. Ayúdame a amarte más…
«Anunciar y dar testimonio es posible únicamente si estamos junto a él, justamente como Pedro, Juan y los otros discípulos estaban en torno a Jesús resucitado, como dice el pasaje del Evangelio de hoy; hay una cercanía cotidiana con él, y ellos saben muy bien quién es, lo conocen. El evangelista subraya que “ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor”. Y esto es un punto importante para nosotros: vivir una relación intensa con Jesús, una intimidad de diálogo y de vida, de tal manera que lo reconozcamos como “el Señor”. ¡Adorarlo!» (S.S. Francisco, 14 de abril de 2013 ).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Acuérdate hoy de decir una pequeña oración (Padrenuestro o alguna oración espontanea) antes de comer para agradecer a Dios por sus dones y recordar que Él es el que realmente alimenta tu vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.