En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ora pausadamente el himno al Espíritu Santo, imaginando cómo entra a tu corazón todo esto que pides, desando que, desde tu corazón, pueda también irradiarse todo esto a los demás:
“Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno”.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: ‘No matarás’, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano ‘imbécil’, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama ‘renegado’, merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
“Misericordia quiero, no sacrificios”. Qué fácil ser católico de cumplimiento, impecable en la Misa de la mañana, rezador de novenas y cumplidor de tareas parroquiales. Qué fácil llegar a ser católico-fariseo sin darse cuenta y tener los espacios de la parroquia o del movimiento cerrados sólo a algunos, amar a Dios, pero no al hermano.
“Si no son mejores que los fariseos no entrarán en el Reino”. ¡Yo quiero entrar en tu Reino! ¡Quiero acoger y reconciliarme con mis hermanos! Pero no es fácil y Tú lo sabes, Señor.
Me hablas de ponerme en camino y en el camino reconciliarme. Acompáñanos Tú, y mientras intentamos reconciliarnos, acoge nuestras miserias, cura nuestras heridas, enséñanos a perdonar. Recibe en el camino el dolor que me provoca mi hermano y perdona el dolor que yo le he causado.
Infunde en nuestros corazones la paciencia para perseverar, la humildad para no romper el diálogo.
Y si en este camino, todavía no logro reconciliarme con mi hermano, pero llego a ti a presentarte mi ofrenda, acógela, Señor, como una ofrenda de mi pobre esfuerzo por alcanzar la comunión con mis hermanos, sabiendo que cada día intento ponerme en camino y que espero todo de tu gracia.
«Ser una Iglesia que promueve la cultura del cuidado, de la caricia, la compasión por los débiles y la lucha contra toda forma de degradación, incluida la de nuestras ciudades y de los lugares que frecuentamos, para que la alegría del Evangelio brille en la vida de cada uno: este es nuestro “combate”, este es nuestro desafío». (S.S. Francisco, Homilía del 29 de junio de 2022).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Reflexionar si hay en mi vida palabras o actitudes que van contra una o varias personas y pedir luz y consejo de cómo puedo ponerme en camino de reconciliación con esas personas.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.