Raphael Meyer, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mi Jesús, gracias por haber hecho posible que te conozca. Ayúdame a comprender cada vez más lo que significa que quieres estar conmigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: “Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?”. Los judíos le contestaron: “No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios”. Jesús les replicó: “¿No está escrito en vuestra ley: ‘Yo os digo: Sois dioses’? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre”. Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: “Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad”. Y muchos creyeron en él allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cuándo fue la última vez que estuviste realmente enfadado con alguien? Tan enfadado que querías decirles toda la verdad a la cara. Tal vez incluso le gritaste a la persona. ¿Habrías ido más allá e incluso habrías golpeado a la persona? ¿Se te pasó por la cabeza tirar una piedra a esa persona? Cuando uno se enfada con alguien puede haber muchas emociones implicadas. Sin embargo, hay una gran diferencia entre los sentimientos que se tienen cuando se está enfadado con alguien y los sentimientos que se tienen cuando se quiere apedrear a alguien. Si quiero apedrear a alguien, no se trata sólo de que mi oponente haya hecho un chiste sobre mí y esté enfadado con él por eso. Tiene que ser algo más grave para ir directamente a las piedras. No es algo trivial, lo es todo, la vida y la muerte. ¿Hay algún asunto tan importante que estarías dispuesto a matar por él?
Este es exactamente el tipo de problema que encontramos en el Evangelio de hoy. Hay judíos que están tan enfadados con Jesús que incluso cogen piedras. “Lo que dice este Jesús es imperdonable y debe ser castigado con la muerte. Se hace a sí mismo el Hijo de Dios, pero eso es una blasfemia. ¿Cómo puede un hombre equipararse a Dios? Dios es Yahvé, lo inefable, lo otro, lo santo. Ante él, Moisés se quitó las sandalias, por la presencia de Dios entró en tierra sagrada. En el Monte Sinaí, Moisés se cubrió el rostro porque habría tenido que morir si hubiera mirado a Dios”, podrían haber pensado los fariseos del tiempo de Jesús.
“Entonces, ¿cómo puede este Jesús afirmar que es el Hijo de Dios? Pretende ser como Dios. Cómo se atreve. ¡Debe morir!” Los judíos comprenden las consecuencias radicales que tendría la afirmación de Jesús de ser el Hijo de Dios. La respuesta de los judíos es el rechazo.
Intentemos en esta meditación comprender un poco más lo que significa que Dios se hizo hombre en Jesucristo. El Creador de todo el universo, el Santo, la Fuente de todas las cosas se hizo carne y tomó una forma humana para reconciliarnos con el Padre. ¿Quién puede comprender la profundidad de esta verdad? Dios ya no está lejos, sino muy cerca. Dios que divide las mentes. Dios, en Jesucristo, ante el que o recojo piedras o las dejo caer, impotente ante un amor tan grande que se llama Jesús.
«Para nosotros los cristianos, el cielo ya no está lejano, separado de la tierra: en Jesús, el cielo ha descendido a la tierra. Y gracias a él, por el poder del Espíritu Santo, podemos tomar todo lo que es humano y orientarlo hacia el Cielo. De modo que el primer testimonio es precisamente nuestro modo de ser humanos, un modo de vida configurado según Jesús: manso y valiente, humilde y noble, no violento». (S.S. Francisco, Ángelus del 26 de diciembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Toma hoy una decisión concreta por Jesús para dar testimonio de su amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.