esperanza

Jueves 15 de septiembre – Creyó firme en la esperanza.

Nuestra Señora de los Dolores

José Carlos Robles Arenas LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

María, nos colocamos hoy en tus manos, nos acogemos a la sombra de tu manto. Hoy queremos situar nuestros corazones en el Calvario y sostener también nosotros tu cáliz; queremos contemplar tu rostro contristado y beber de las fuentes que mantuvieron tu corazón firme en la fe e imbatible en la esperanza. Queremos depositar en tu corazón nuestras tribulaciones y cruces, Madre, ¡danos valor! ¡Enséñanos a esperar!, a esperar en la fidelidad de Dios.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 2, 33-35
En aquel tiempo, el padre y la madre del niño estaban admirados de las palabras que les decía Simeón. Él los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”.
Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Es fácil encontrar en la tradición de la Iglesia obras tituladas Catena Aurea, son el esfuerzo de los santos Padres y Doctores por desentrañar el misterio y encontrar lo que llamamos hilo conductor.

El Evangelio de hoy nos da ocasión de encontrar la Catena Aurea de la vida de María; contemplamos a la Virgen que se acerca envuelta en un silencio solemne al sacerdote, lleva en brazos a Jesús y se dispone a ofrecerlo. Simeón, que recibe al niño, reconoce en Él al Mesías y profetiza en claroscuro: el niño aquí presente será signo de ruina y resurgimiento.
El anuncio de Simeón viene a unirse al primer anuncio, al anuncio del ángel que ha profetizado para Jesús un Reino que no tendrá fin.

Podemos imaginar lo que en el Corazón de María suscitarían entrambos anuncios, los dos verdaderos, en el fondo del alma de María la paradoja viene resuelta por el acto de fe, por el acto de esperanza. Quien quiere encontrar el hilo conductor de la vida de María puede hallarlo en el binomio cruz-exaltación.

A nadie se aplica mejor la descripción del creyente que hace la carta a los Hebreos, María es la que espera firme en la esperanza, contra toda esperanza; viene al corazón la imagen de la Piedad, la Dolorosa, que sostiene el cuerpo de Cristo. Ahí se han cumplido entrambos anuncios, Cristo el crucificado es Rey sobre la cruz y el Corazón de María ha sido traspasado.

La grandeza del alma de María es que cuando las voces de las creaturas le vociferaban la derrota absoluta de Dios, cuando los sentidos le presentaban el aparente fracaso de las promesas, ahí su Corazón no tambaleó y, a la mayor gloria de Dios, mantuvo enhiesta la fe en la victoria sosteniendo el cuerpo destrozado del Hijo. Sólo por Ella, en la resurrección, Cristo encontró fe sobre la tierra.

Suplicamos hoy a la Madre Dolorosa que nos enseñe a creer, que en la tempestad, que bajo la violencia del aquilón que amenaza hundirnos, cuando todo parece perdido, el susurro de la promesa de Dios sea también para nosotros más fuerte que el clamor de la creaturas.

Desde el Calvario con los labios de María, sosteniendo el cuerpo frio de Jesús y bajo el contraste del cuerpo aún caliente, musitamos junto a la llaga del costado: ¡Sagrado Corazón de Jesús en vos confiamos!

« Un “sí” que, como sabemos, no fue nada fácil de vivir. Un “sí” que no la llenó de privilegios o diferencias, sino que, como le dirá Simeón en su profecía: “A ti una espada te va a atravesar el corazón”. ¡Y vaya que se lo atravesó! Por eso la queremos tanto y encontramos en ella una verdadera Madre que nos ayuda a mantener viva la fe y la esperanza en medio de situaciones complicadas.»
(Homilía de S.S. Francisco, 11 de julio de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré hoy unos minutos para visitar a María, considerar mis cruces y buscar recalibrarlas a la luz de su dolor para actuar la esperanza en la potencia y en la fidelidad de Dios. ¡Quien comenzó en nosotros la obra buena, Él mismo la llevará a término!

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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