Sábado 18 de junio – Contigo y por amor a Ti, todo lo puedo.
H. Javier Castellanos
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesucristo, vengo a adorarte y a ofrecerte este día. Muéstrame tu rostro y enséñame a ser como Tú, un buen hijo del Padre celestial. Enséñame a servirte fielmente, sin buscar otra cosa que agradarte a Ti y cumplir la voluntad del Padre. Así sea.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 6, 24-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.
Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?
¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
A veces parece que mis ideales son demasiado altos para mi capacidad. Quisiera hacer tanto bien por Ti, Señor, por mi familia, por mis amigos, por mi comunidad… Sin embargo, tengo frente a mis ojos el panorama de mi pequeñez y mis limitaciones…
Así es como me pongo delante de Ti, Padre mío. Tú mejor que nadie conoces quién soy, y qué necesito para cumplir tu voluntad. Gracias porque me das la fuerza para luchar cada día. Gracias por haberme escogido como tu instrumento para extender tu Reino en el mundo. Señor, dame el pan necesario para cada día.
Reconozco, Padre, que yo solo no puedo mucho. Pero reconozco también que contigo y por amor a Ti, todo lo puedo. Como la Sagrada Familia de Nazaret, quiero confiar en Ti y buscar sólo agradarte. ¡Cuántas veces a María le habrá faltado el dinero para comprar pan! ¡Cómo se habrá agotado José en el taller! Pero Tú nunca los dejaste solos. Desde que María dijo ese «Hágase en mí», fuiste Tú quien la fuiste guiando y ayudando, día tras día. ¡Gracias por ser un buen Padre!
María, intercede por mí en este día. ¡Cuánta ayuda necesito para cumplir mis deberes como cristiano! Ruega por mí y por toda la Iglesia, para que vivamos siempre con la esperanza y la confianza puesta en Dios, más que en nosotros o en las cosas materiales.
«También nosotros gritamos jubilosos: “¡El Señor es mi Dios y salvador! El Señor está cerca”. Y esto nos lo dice el apóstol Pablo, nada nos tiene que preocupar, Él está cerca y no solo, con su Madre. Ella le decía a San Juan Diego: ¿Por qué tienes miedo, acaso no estoy yo aquí que soy tu madre? Está cerca. Él y su Madre. La misericordia más grande radica en su estar en medio de nosotros, en su presencia y compañía. Camina junto a nosotros, nos muestra el sendero del amor, nos levanta en nuestras caídas –y con qué ternura lo hace– nos sostiene ante nuestras fatigas, nos acompaña en todas las circunstancias de nuestra existencia. Nos abre los ojos para mirar las miserias propias y del mundo, pero a la vez nos llena de esperanza.»
(Homilía de S.S. Francisco, 12 de diciembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En algún momento del día rezaré un padrenuestro, con especial atención en las palabras «danos hoy nuestro pan de cada día».
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.