Domingo 18 de septiembre – Administradores, no amos, de los dones de Dios.

Iván Yoed González Aréchiga LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, es por Ti por quien mi vida es siempre nueva. Tu gracia es capaz de renovarme cada instante. Si te he fallado, si te he ofendido, si he caído, si me he desanimado, si ha sucedido cualquier cosa, aquí vengo para estar contigo. Tú me renuevas, Tú me refrescas el corazón para volver a amar.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 16, 1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’.
Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.
Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Este respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.
El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz.
Y yo les digo: Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.
El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Nadie puede servir a dos amos. Son tus palabras, Señor. Quiero observar mi vida, buscar si en verdad eres Tú mi único amo. A veces pienso que te sirvo, que te sigo, que eres Tú mi única ilusión, mi única meta. Pero luego me observo en mi día cotidiano y me encuentro tan lleno, tan llena de mí.

San Pablo en sus cartas me invita constantemente a abandonar al hombre viejo para encarnar el nuevo, aquél que por el bautismo, Señor, me invitas a ser. Con tu gracia me hiciste capaz de convertirme en una persona nueva. Pero no me quitaste la libertad, pues tu verdadero amor consistía en permitirme verdaderamente amar: libremente.

Abriste el riesgo de no ser correspondido, de que no aceptara tu gracia. Pero tus ojos no miraban tanto a las negativas de mi corazón. Tus ojos miraban en mí una gran generosidad, una hermosa magnanimidad, una correspondencia a todos tus detalles, a todo tu amor. Con esa ilusión en tus ojos me quisiste otorgar la libertad con la fragilidad también, pero con la gran capacidad de amar.
Señor, ése es mi deseo. Quiero servir a un único Señor: a Ti, por quien yo me muevo, vivo, espero y creo. Por quien puedo amar en mi familia, en mi trabajo y en mi apostolado. Amar en mis caídas, mis derrotas, mis victorias, mis fracasos o frustraciones. Amar a mis amigos y al prójimo que no me simpatiza. Amar aun con mis miedos, amar en mis ilusiones.
Ten en cuenta mi deseo, Señor. Consérvalo en tus manos. Quiero amarte aunque sea débil. Yo confío en Ti y en Ti soy fuerte.

«No se puede servir a dos amos, o se sirve a Dios o a las riquezas. Jesús no está contra las riquezas en sí mismas pero advierte sobre poner la propia seguridad en el dinero que puede hacer de la religión una agencia de seguros. Además el apego al dinero divide.»
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de octubre de 2015, en Santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezaré un misterio del rosario por mí, para que cada día me asemeje más a Ti, Señor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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