Domingo 19 de junio – Caminar con Cristo por el camino de la cruz y el servicio.
Manuel Frutos LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, haz que tu Espíritu ilumine mis acciones y me comunique la fuerza para seguir lo que tu Palabra me revela. Haz que, como María tu madre, pueda no sólo escuchar sino también poner en práctica tu Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 18-24
Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”.
Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Respondió Pedro: “El Mesías de Dios”. Él les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.
Después les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucité al tercer día”.
Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Quién es Jesús? No se trata de una pregunta nueva. La pregunta ya ha sido planteada por Juan el Bautista y por Herodes. Juan le pregunta a Jesús: «¿Eres tú el que debe venir, o debemos esperar a otro?» (Lc 7,19). Herodes dice y pregunta: «A Juan, lo hice decapitar yo ¿quién es este hombre, de quien oigo tales cosas?» (Lc 9,9).
En el Evangelio de hoy es el mismo Jesús quien pregunta por lo que la gente piensa de Él, ¿cuál es la opinión pública y la de los apóstoles? Pedro afirma: «El Mesías de Dios». Inmediatamente después, me encuentro con el primer anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Pedro reconoce que Jesús es el único que la gente está esperando y que viene a cumplir las promesas.
La comprensión plena del seguimiento de Jesús no se consigue por medio de una enseñanza meramente teórica sino por el compromiso llevado a la acción, caminando con Él por el camino del servicio, desde Galilea hasta Jerusalén. El camino del auténtico discípulo de Jesús es el camino de la entrega personal, del abandono, del servicio, de la disponibilidad, de la aceptación del conflicto, sabiendo que habrá resurrección. La cruz no es un incidente, es parte de este camino. Porque en un mundo organizado en base a principios egoístas ¡el amor y el servicio sólo pueden existir crucificados! Quien hace de su vida un servicio a los demás, incomoda a los que viven aferrados a los privilegios, y sufre.
¿Qué me impide hoy reconocer y asumir el proyecto de Jesús? Quizá es la imagen de Jesús que yo tengo. ¿Quién es Jesús para mí? ¿Cuál es el Mesías que yo espero y que la gente espera hoy? La condición para seguir a Jesús es la cruz, ¿cómo reacciono frente a las cruces de la vida?
(Homilía de S.S. Francisco, 10 de noviembre de 2015).
«Es necesario madurar una fe personal en Él. Y he aquí, entonces, la segunda pregunta que Jesús plantea a los discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Pregunta que resuena aún hoy en nuestra conciencia, la de sus discípulos, y es decisiva para nuestra identidad y nuestra misión. Sólo si reconocemos a Jesús en su verdad, seremos capaces de mirar la verdad de nuestra condición humana, y podremos dar nuestra aportación para la plena humanización de la sociedad.
Custodiar y anunciar la recta fe en Jesucristo es el corazón de nuestra identidad cristiana, porque al reconocer el misterio del Hijo de Dios hecho hombre por nosotros podremos penetrar en el misterio de Dios y en el misterio del hombre.»
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy acogeré con paciencia y sencillez todas las cruces que me vengan con una sonrisa y una aceptación efectiva y afectiva. No me quejaré de los imprevistos y cosas que no me gusten durante el día, y aceptaré por amor a Cristo todas aquellas cosas que me desagradan.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.