Mirada de Jesus

Lunes 20 de junio – ¿Con qué mirada veo a mi prójimo?

 

Balam Q. Loza LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino! 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, mírame. Enséñame a mirar a mis hermanos como Tú me miras a mí, con ese amor y con esa ternura sin límites. No te pido que me tapes los defectos de los demás, ni que los hagas perfectos. Lo único que quiero, es ver a cada persona como hermano. Por eso vengo aquí. Vengo a contemplar tu mirada. Vengo a contemplar el amor inmenso que me tienes. Me amas sin importarte mis pecados. Así como me amas quiero amar. Así como me miras quiero mirar. 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán.

¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, cuando tú llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo”.

 

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Con qué mirada veo a mi prójimo? Cuando me topo con alguien, ¿qué es lo primero que me viene a la cabeza? Puedo pensar muchas cosas, desde recordar la última vez que me molestó tal o cual persona, hasta pensar en el regalo de cumpleaños que esta persona me hizo. Pero sea quien sea, ¿la veo y la aprecio sin importar quién es?

 

Hay varios ejemplos de miradas. La del buen samaritano que apenas vio que alguien necesitaba ayuda salió a su encuentro. O la de María cuando vio que no había más vino. Y qué decir de la mirada de Jesús. Puedo ver esa mirada cuando viendo a la gente sintió compasión y no quería despedirlos sin que hubiesen comido nada. Esa mirada de amor que dirigió al joven rico. Esa mirada impresionada al ver la gran fe del soldado romano o de la mujer pagana cuya hija estaba endemoniada.

En fin… La mirada de Jesús siempre estuvo llena de profundidad, de bondad. A todos los miró con amor. A todos. No hubo nadie que pueda decir que Cristo lo miro con desprecio o con arrogancia. Nunca miró mal a nadie. Nunca juzgo mal a nadie. Ni tan siquiera a los fariseos ni al mismo Judas.

Sin duda que aprender a amar a todos sin condiciones, aprender a mirar como lo hacía Jesús, es un largo camino. Es un camino con una puerta estrecha. Es un camino que duele. Pero es un camino que lleva al mejor premio. Y este premio es eterno. Vale la pena seguir este camino ya que al final, lo único que queda es lo que hicimos por el otro. Y no se puede hacer nada por el otro si antes no se le mira con amor.

 

(Homilía de S.S. Francisco,  9 de julio de 2015).

«Es una invitación que resuena con fuerza para nosotros hoy: «No es necesario excluir a nadie, que nadie se vaya, basta de descartes, denles ustedes de comer». Jesús nos lo sigue diciendo en esta plaza. Sí, basta de descartes, denles ustedes de comer. La mirada de Jesús no acepta una lógica, una mirada que siempre «corta el hilo» por el más débil, por el más necesitado. Tomando «la posta» Él mismo nos da el ejemplo, nos muestra el camino. Una actitud en tres palabras, toma un poco de pan y unos peces, los bendice, los parte y entrega para que los discípulos lo compartan con los demás. Ese es el camino del milagro. Ciertamente no es magia o idolatría. Jesús, por medio de estas tres acciones logra transformar una lógica del descarte, en una lógica de comunión, en una lógica de comunidad.»

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy te ofrezco, Señor, acercarme a alguna persona inválida o anciana. Pasar un momento con ella y atenderla con paciencia. En mi mirada no se notará el cansancio ni ningún juicio. Esos minutos que acompañe a esta persona procuraré que se sienta en compañía de una persona que la mira con tus ojos.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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