Sábado 21 de mayo – Ser como un niño: sencillez y confianza.
Santos Cristóbal Magallanes presbítero y compañeros mártires
H. Javier Castellanos LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre, bendito seas por ser mi Padre. Ayúdame a orar como un buen hijo tuyo, así como Jesús mismo rezaría delante de Ti. Venga tu Reino entre nosotros; el Reino donde Tú lo gobiernas todo por medio del amor, donde hay verdadera libertad y verdadera alegría. Hágase tu voluntad en cada momento de mi vida; ayúdame a buscar siempre aquello que más te agrada.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 13-16
En aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.
Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.
Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
El cristiano es aquel que desea ardientemente que venga el Reino de Dios. Pero este Reino no es una conquista humana, ni se obtiene por medio de esfuerzos heroicos o batallas históricas. El Reino de Dios es un don que se recibe; es un regalo que Dios, como buen Padre, nos quiere entregar. Para poder acoger este don hay que ser como niños, es decir, hay que sabernos siempre hijos en los brazos de Dios. La sencillez y la confianza son las dos manos capaces de recibir un obsequio tan precioso.
¿Cómo puedo ser sencillo, Señor? ¿Cómo me convierto en niño de nuevo? Es verdad, necesito nacer de nuevo, y vivir otra vez en total dependencia de Ti. Tú me conoces bien, Señor, y sabes que no me basto a mí mismo. La vida eterna que me has prometido es algo por encima de la capacidad humana. No puedo ser santo con una receta o una técnica; eres Tú, Dios mío, quien me das el Reino de los cielos. Por eso te pido: haz mi corazón sencillo como el de un niño, abierto a tus bendiciones. Cuando tenga que trabajar por Ti, llénalo de confianza filial, y vacíalo de toda ambición y vanagloria. Tómame en tus brazos y bendíceme en este día, como a aquellos niños del Evangelio.
Demasiado a menudo en los niños recaen los efectos de la vida de un trabajo precario o mal pagado, de horarios insostenibles, de transportes ineficientes… Pero los niños pagan también el precio de uniones inmaduras y de separaciones irresponsables, son las primeras víctimas. Sufren los resultados de la cultura de los derechos subjetivos exasperados, y se convierten después en hijos más precoces. A menudo absorben una violencia que no son capaces de “disponer”, y bajo los ojos de los de los grandes están obligados a acostumbrarse a la degradación.
También en esta época, como en el pasado, la Iglesia pone su maternidad al servicio de los niños y de sus familias. A los padres y a los hijos de este nuestro mundo lleva la bendición de Dios, la ternura materna, el reproche firme y la condena decidida. Hermanos y hermanas, pensemos bien: ¡Con los niños no se bromea!» (Homilía de S.S. Francisco, 8 de abril de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré mantener una actitud de alegría y optimismo a pesar de las dificultades de este día, repitiendo la jaculatoria «Jesús, en Ti confío».
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.