Todo es posible para el que tiene fe

24 de febrero de 2020 – ¡Todo es posible para el que tiene fe!

H. Juan Pablo García Hincapié, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, aquí estoy delante de Ti. Vengo a hablar contigo y que Tú hables a lo más profundo de mi corazón. Te pido de manera especial que renueves en mí la fe que he recibido en el día de mi bautismo. Dame la gracia de ser capaz de reconocer tu obra salvadora también en mi vida y en la vida de cada uno de los que se acercan a mí. Te pido que, en este tiempo de oración, Tú aumentes esta virtud para que en mi vida crea en tu obra salvadora.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 9, 14-29

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.

Él les preguntó: “¿De qué están discutiendo?”. De entre la gente, uno le contestó: “Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido”.

Jesús les contestó: “¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho”. Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?”. Contestó el padre: “Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos”.

Jesús le replicó: “¿Qué quiere decir eso de ‘si puedes’? Todo es posible para el que tiene fe”. Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: “Creo, Señor; pero dame Tú la fe que me falta”. Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él”. Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.

Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”. Él les respondió: “Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno”.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Uno de los ejercicios que reflejan la capacidad de tener fe en alguien es confiarle incluso aquello que más queremos. Hoy en el Evangelio se acerca el padre que busca la curación de su hijo que sufre tanto. Se acerca buscando la curación de aquella persona que tanto ama aun sabiendo que su hijo es atormentado desde que era pequeño. El Señor Jesús lo recibe, aunque el padre todavía no pone totalmente su fe en el Maestro. Por eso cuando dice el padre: «Si algo puedes» Jesús le responde: «Todo es posible para el que tiene fe.» Desde este momento el padre toma conciencia que tiene que creer si quiere recibir las obras del Señor.

Meditemos hoy en este momento y en esta persona, que lo único que necesita es volver a reafirmar su fe para recuperar a su hijo, recuperar lo que tanto ama. Para finalizar recordemos que aquello que queremos recobrar en nuestra vida de fe como apóstoles, solo lo podemos hacer a través de un acto de entrega al Señor. Con esta petición en el corazón digamos: «Creo, Señor; pero dame Tú la fe que me falta»,

 

«Recordamos, de hecho, cuando nos ha dicho el Señor Jesús: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis”. Pero nosotros no creemos esto, porque tenemos poca fe. Si nosotros tuviéramos una fe —dice Jesús— como el grano de mostaza, recibiríamos todo. “Pedid y lo conseguiréis”. En este momento de la oración universal después del Credo, está el momento de pedir al Señor las cosas más fuertes en la misa, las cosas que nosotros necesitamos, lo que queremos. Lo conseguiréis; en un modo u otro, pero lo conseguiréis. Todo es posible para quien cree, ha dicho el Señor. ¿Qué respondió ese hombre al cual el Señor se dirigió para decir esta palabra —todo es posible para quien cree—? “Creo Señor. Ayuda mi poca fe”. También nosotros podemos decir: “Señor, yo creo. Pero ayuda mi poca fe”. Y la oración debemos hacerla con este espíritu de fe.»

(Homilía de S.S. Francisco, 14 de febrero de 2018, en santa Marta).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Aumenta Señor en mi la fe para poder acrecentar en mí el celo de ser tu apóstol.

 

Propósito 

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Visitaré a Cristo eucaristía pidiendo que aumente mi fe.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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