Martes 24 de mayo – El ciento por uno en esta vida es real.
H. Cristian Gutiérrez LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, sé que estás presente dentro de mí y que me amas. Tú nunca me abandonas y guías mis pasos por el camino de esta vida. Quiero estar contigo este rato y permanecer a tu lado. Quiero creer en Ti con más fuerza, confiar con más firmeza, amar con más pasión. Gracias por todos los beneficios que me concedes y que pasan desapercibidos en mi vida. Perdona mis muchos pecados y ayúdame a vivir en vida de gracia. Dame la gracia de serte siempre fiel y de colaborar contigo en la extensión de tu Reino para que todos lleguen a disfrutar de Ti y de tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31
En aquel tiempo, Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”.
Jesús le respondió: “Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna. Y muchos que ahora son los primeros serán los últimos, y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
En muchas ocasiones, cuando los seres humanos hacemos algo, estamos inconscientemente buscando algún beneficio. Los discípulos son muy semejantes a mí, Señor. Pedro que había dejado su barca, su familia, su casa, sus posesiones y te había seguido, esperaba también humanamente alguna recompensa. No se descubre nostalgia en la frase de Pedro, sino una educada pregunta. Pedro ha dejado todo y al parecer no se arrepiente de haberte seguido. Él no pensó dos veces en seguirte sino que se lanzó inmediatamente a la aventura. ¿Qué tienes, Señor, en tu mirada, en tu voz, que a tantos has seducido a lo largo de la historia?
No reprendes a Pedro ni le desanimas. Siendo Tú también un hombre como él y como yo sabes que necesitamos de tus caricias, de tus regalos. Por ello le respondes con generosidad: un premio en esta vida y otro más grande en el otro mundo.
Nadie que haya dejado la más insignificante cosa por Ti y por tu Evangelio se quedará sin recompensa. Recibirá cien veces más de aquello que con tanto sacrificio ha dejado por seguirte. Yo también he dejado algunas cosas por seguirte. Tal vez no grandes ni demasiadas, pero algo habré dejado. Hoy te diriges hacia mí para recordarme el premio y para motivarme a dar el paso de la generosidad, sabiendo que me espera un premio inmensamente desproporcionado.
El ciento por uno en esta vida es real. No son palabras bonitas para ganar seguidores. No es suerte o cuestión de destino las cosas buenas que suceden en mi vida. Todas son gracias tuyas para mí en premio por algún sacrificio que haya podido hacer. Es tu mano amorosa que llena mi vida de amor y de ternura. Sólo me falta abrir los ojos y descubrirla.
¿Y la persecución? Bien sabes Señor que tampoco hoy es fácil ser cristiano. Creer en Ti y seguirte a veces cuesta incomprensión. Pero ello es poco si se compara con el ciento por uno que me prometías hace un rato. La persecución es insoportable cuando se vive sin sentido, sin un motivo que empuje. Pero la persecución contigo hace que crezca mi recompensa en esta vida y en la otra.
Y por si no bastara me prometes la vida eterna. Es verdad. No es fábula para niños. La vida eterna existe y me la prometes a mí que te estoy siguiendo. ¡Yo puedo obtener una vida que no acabe jamás! Dame la gracia, Señor, de jamás olvidar esta realidad que puede llenar de sentido mi existencia. Ayúdame a vivir de cara a la eternidad, sabiendo que todo en este mundo pasa y que al final sólo queda lo que hayamos hecho por Ti, por mis hermanos y por amor.
«Este “ciento por uno” está hecho de las cosas primero poseídas y luego dejadas, pero que se encuentran multiplicadas hasta el infinito. Nos privamos de los bienes y recibimos en cambio el gozo del verdadero bien; nos liberamos de la esclavitud de las cosas y ganamos la libertad del servicio por amor; renunciamos a poseer y conseguimos la alegría de dar. Lo que Jesús decía: “Hay más alegría en dar que en recibir”.
El joven no se ha dejado conquistar por la mirada de amor de Jesús y así no ha podido cambiar. Solo acogiendo con humilde gratitud el amor del Señor nos liberamos de la seducción de los ídolos y de la ceguera de nuestras ilusiones. El dinero, el placer, el éxito deslumbran, pero luego desilusionan: prometen vida, pero causan muerte.»
(Homilía de S.S. Francisco, 11 de octubre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy te ofreceré como propósito hacer una obra de misericordia corporal cultivando en mí el amor por Ti y por quien la hago.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.