Domingo 5 de junio – La compasión entra en acción.
H. Manuel Frutos, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, enciende mi corazón con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo y sobre todo, pueda obtener aquellos bienes que no puedo por mí mismo ni siquiera imaginar y que has prometido Tú a los que te aman. Por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17
En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.
Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Acercándose al ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces dijo Jesús: “Joven, yo te lo mando: Levántate”. Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.
Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”.
La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
El evangelista Lucas pone en escena en este pasaje tres aspectos fundamentales en la vida de todo cristiano frente a la gran realidad de un Dios Padre que nos ama de una forma real y que podemos experimentar en nuestra actividad cotidiana. Estos tres aspectos son:
(1°) «…se dirigía Jesús a…». Jesús en movimiento, dirigiéndose hacia una ciudad llamada Naím. Siempre es primero la iniciativa de Dios. Cada acontecimiento de nuestra vida debe verse como una oportunidad que Dios nos da para alcanzar o lograr algún objetivo concreto en nuestra vida. Lucas también nos muestra la fuerza que viene de Dios mismo y de cómo la Vida vence a la muerte, el bien se impone al mal, en este caso representado en el hijo resucitado de la viuda de Naím.
(2°) La experiencia de la soledad humana, experimentada por la madre que ha perdido a su hijo, y la consolación eterna que implica tener a Cristo junto a nosotros en nuestra vida, diciéndonos «No llores».
(3°) El encuentro con la compasión del Señor hace que pongamos en el centro de nuestra existencia el encuentro de nuestra propia realidad humana, con la gracia gratuita y compasiva de Dios. La compasión entra en acción. «Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella». Es la compasión que lleva a Jesús a hablar y a actuar.
Compasión significa literalmente: «sufrir con», asumir el dolor de la otra persona, identificarse con ella, sentir con ella el dolor. Es la compasión que acciona en Jesús el poder, el poder de la vida sobre la muerte, poder creador. Jesús, junto a la viuda, son protagonistas en esta escena de la maravillosa misericordia de Dios; el muchacho vuelto a la vida es la expresión máxima de la «visita de Dios a su pueblo», y todos alabando y bendiciendo al Dios de las promesas, son el culmen de la presencia del verdadero don del Creador: La Vida.
Fue la compasión lo que llevó a Jesús a resucitar al hijo de la viuda. El sufrimiento de los demás, ¿produce en nosotros la misma compasión? ¿Qué hago para ayudar al otro a vencer el dolor y crear vida nueva? El evangelio de hoy nos tiene que mover a aprovechar este gran don de la vida al máximo llevándolo a obras concretas como expresión de nuestro agradecimiento y amor al Señor por esta gracia tan maravillosa.
«Después que Jesús trae de nuevo a la vida a este joven, hijo de la mamá que era viuda, dice el Evangelio: “Jesús lo devolvió a su madre”. ¡Y ésta es nuestra esperanza! ¡Todos nuestros seres queridos que se han ido, todos, el Señor los restituirá a nosotros y con ellos nos encontraremos juntos y esta esperanza no decepciona! Recordemos bien este gesto de Jesús; “Y Jesús lo restituyó a su madre”. ¡Así hará el Señor con todos nuestros seres queridos de la familia!
Esta fe, esta esperanza, nos protege de la visión nihilista de la muerte, como también de las falsas consolaciones del mundo, de modo que la verdad cristiana no “corra el riesgo de mezclarse con mitologías de varios géneros cediendo a los ritos de la superstición, antigua o moderna.»
(S.S. Papa Francisco, catequesis del 17 de junio de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pedirle al Señor poder comprender mejor a los demás, saber colocarnos en su situación, y cuando se me presente en el día de hoy alguna situación, comprender a la otra persona sin juzgarle.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.